jueves, 29 de abril de 2010

Sexo y burundanga

En Venezuela hasta las drogas están transidas por el esoterismo atávico de los hechizos y las leyendas de los descendientes africanos o indígenas. Resulta que hay una droga llamada burundanga que tiene el poder de mermar o suprimir la voluntad de la persona que la ingiere y que, por lo visto, aquí la utilizan mucho los malandros o golferas que quieren aprovecharse de las bellas mujeres. Así que, en mitad de la noche, entre el ruido, el jaleo y la farra de los locales de copas, uno de estos golfos se dedica a dar coba a la dama, se echan unas rumbas, le invita a unos tragos, le cuenta unos chistes y cuando ella ha bajado la guardia y está relajada ante tan grata compañía, el hombre aprovecha para verter unas gotitas de burundanga en el vaso de la muchacha. Es ahí donde empieza la magia para ellos y la tragedia para ellas. Los efectos son inmediatos: la chica se relaja, pierde el control sobre su cuerpo y su voluntad, se deja llevar y hacer, y de pronto está en la cama con un hombre al que apenas acaba de conocer. Ella hace y se deja hacer, y solo cuando los efectos han pasado es cuando cobra conciencia de lo sucedido.

Como a los que somos de fuera, esto nos suena un poco a leyenda urbana, aprovecho para preguntárselo al médico al que he acudido para ponerme unas vacunas:

-Oiga, ¿esto de la burundanga es cierto?

-Oh, sí, hermano. Mire, tenga –me tiende uno de esos libritos que dan en los hospitales, que parecen más un folleto que otra cosa, con recomendaciones generales sobre esto y aquello-, ahí lo cuento todo. Lléveselo, lléveselo, son solo 40 bolívares (unos 4 euros).

Como ve que dudo y no quiero comprárselo, lo coge, abre por el índice, busca la página y me lee:

-Escuche: “La burundanga o escopolamina se obtiene de un árbol nativo de Centro América, denominado Brugmansia o Belladona. En algunos países latinoamericanos se la conoce como cacao sabanero o borrachero. La burundanga es la droga preferida de los delincuentes, ya que altera el funcionamiento cerebral y los actos volitivos, de manera que la víctima actúa como un autómata”. Hay que andarse con mucho ojo, hermano. Cuando menos te los esperas, zas, te lo han echado en la copa y estás perdido. Y nunca se sabe con quién va a dar uno. A un amigo mío se lo pusieron en la copa una vez y acabó en la cama con una caraqueña, una hembra de esas bonitas, ya tú sabes –hace un gesto con las manos que parecen moldear el delicado material de un jarrón, al tiempo que abre mucho los ojos y resopla picaronamente hacia un lado-. Pero ah, amigo, lo peor vino al día siguiente, cuando el hermano de la caraqueña se presentó en su casa y le amenazó de muerte por haber violado a su hermana. Tuvo que darle mucha plata, ya tú sabes…

-Pero ¿esto ocurre de verdad? –pregunto aún incrédulo.

-Pues claro, hermano, claro. Los delincuentes siempre van por delante, sobre todo cuando se trata de sexo. Hágame caso, no lo tome a broma. Lléveselo y, si tiene esposa, léalo con ella. Son sólo 40 bolívares.

Al final salgo de allí con el librito, pero cuando llego al mostrador para pagar, hago un último requiebro y lo dejo en la mesita de la recepción. Mientras hablaba con el doctor, se me ocurrió una pregunta, pero no me atreví a hacérsela. Una pregunta pensada, sin duda, con mentalidad capitalista:

-¿Y por qué no aprovechan la burundanga para echársela en el vaso al jefe y negociar y firmar con él un aumento de sueldo?

Pero eso ya sería entrar en otros terrenos menos mágicos.

miércoles, 28 de abril de 2010

La Parca

Las estadísticas de los organismos oficiales nos recuerdan permanentemente que Caracas es la segunda ciudad del mundo donde La Parca hace más acto de presencia, después de Ciudad Juárez (México). Aquí pasa más tiempo y recluta más gente que en ningún otro sitio del planeta, incluidos Bagdad o Kabul, por poner dos ejemplos candentes. Es como si Caracas fuera su destino ideal, el lugar donde se asegura un buen reclutamiento.

En el último disco de Joaquín Sabina, una de sus canciones dice que “la muerte es solo la suerte con una letra cambiada”. Esa podría ser también una manera muy gráfica de definir la sangría que vive Caracas cada fin de semana.

De media, entre la noche de los viernes y la madrugada del domingo pierden la vida alrededor de 50 personas, todas ellas por armas de fuego. Muchas mueren por errores de los malandros o los militares a la hora de liquidar a la víctimas (las balas se equivocan), otras porque simplemente pasaban por allí y en el fogueo una bala perdida acaba alojada en su espalda (las balas también se desorientan o son huérfanas o carecen de rumbo conocido).

Aquí van algunos datos que se hicieron públicos hace unas semanas. Son el balance de 2009. En Venezuela hubo más de 16.000 homicidios, 1.265 más que el año anterior. El 60% de estos crímenes se cometieron disparando cinco o más veces. En Caracas, la cifra fue de 2.897 muertos, un 15% más que en 2008, y un 52% más desde que Chávez llegó al poder en 1998. Hay otro dato escalofriante: según cálculos de la Comisión de Seguridad y Defensa de la Asamblea Nacional, hay entre 9 y 15 millones de “hierros” legales e ilegales en manos de la población, es decir, un promedio de 3 armas por hogar.

Está claro que contra la Parca nadie puede hacer nada, y menos cuando se siente a gusto en un país y en una ciudad como ésta. A veces ocurre que se puede ver a la Parca agazapada en cada esquina, en cada plaza, en cada calle, siempre al acecho, aliada con esas balas que se desorientan o se pierden o buscan incrustarse donde no han sido invitadas.

martes, 27 de abril de 2010

Mesón Andrés

Cuando la morriña culinaria aprieta vamos a un restaurante español muy cerca de casa que se llama “El Mesón de Andrés”, un local pequeñito pero muy apañado, regentado por un gallego de Lugo, que llegó a Caracas hace 40 años para quedarse solamente unos meses. Es un hombre agradable, educado y por lo general crítico con el gobierno del país. Intentó hacer carrera en lo que fuera el Ministerio de Obras Públicas, pero finalmente se dedicó a los fogones. Pasó por los mejores restaurantes y cocinas de Caracas hasta que en 1997 montó su propio local. Ahora, por allí, pasan mandatarios, periodistas, políticos, diplomáticos, artistas y un sinfín de personalidades.

Lo que me gusta de Andrés es que se conoce a todos los propietarios de tahonas, confiterías, restaurantes, bares, luncherías, hoteles y pastelerías de la ciudad, su origen, sus vaivenes, sus éxitos y sus fracasos: la Danubio, el Rey David, el Caracas Palace, el Saint Honoré, etc. A veces se nos sienta en la mesa y nos cuenta, y nosotros le preguntamos y le escuchamos. Nos dice lo que estamos hartos de oír a muchos caraqueños, que este país hace unos años no tenía nada que ver, que había más seguridad, más prosperidad y más ganas de hacer bien las cosas. Uno nunca sabe si lo que le dicen responde a la nostalgia de la juventud perdida o a aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor o incluso a que cualquier gobierno pasado fue sin duda más entrañable, ya que con él, al menos, podías pasear por las noches sin que te asaltasen o te jugases la vida a cada paso, no como ahora, que está todo tan peligroso...

El caso es que en “El Mesón de Andrés” se come bien. Pero lo mejor de todo es la tarjeta que su dueño nos reparte. En ella, aparte del nombre del restaurante y del suyo propio, se puede leer: “Andrés Rodríguez. El Mesón de Andrés. Avda. Francisco de Miranda, Edificio Hollywood. P.B. Local 1-A, Chacao (al lado del Mc Donald´s)”.

Y es que aquí, en el Caribe, no importa hacer publicidad gratuita al vecino, por muy empresa norteamericana y yanqui que se sea. Se ve que el concepto de competitividad es algo excluido de las sociedades socialistas, incluso para los que vivieron alguna vez con otro tipo de gobiernos.

lunes, 26 de abril de 2010

Sociales

Una sección muy divertida que viene todos los días en las páginas de El Universal, uno de mis periódicos favoritos, es la de “Sociales”, que vendría a ser algo así como una especie de Hola de andar por casa, de lucimiento de la alta burguesía y la rancia aristocracia, una sección en la que se da cuenta de las bodas de los potentados y los prohombres venezolanos, no ilustres ni conocidos, pero gente con el suficiente dinero como para que el periódico cubra sus enlaces, cumpleaños, bautizos, nacimientos y efemérides de todo tipo a página completa. Los textos y las fotos que los acompañan no tienen desperdicio. Aquí va un ejemplo de esta semana. Nótese la voluntad literaria del autor.

Los novios Dávila Briceño

Richard Delgado
El Universal

"La iglesia La Preciosísima Sangre, en Santa Eduvigis, fue el marco apropiado para la ceremonia nupcial protagonizada por Victoria Beatriz Briceño Rejón, licenciada en Ciencias Políticas y Administrativas, y el abogado Michael Dávila Baratta, jóvenes vinculados a estimados hogares. Las invitaciones circularon suscritas por los padres de la pareja, abogados Frank Briceño Aveledo y Beatriz Rejón Cisneros de Briceño, e ingeniero Jesús Campagna Belisario y Nardy Baratta Mijares.

La bella novia lució para la especial ocasión un elegante traje de líneas modernas confeccionado con fino chiffón italiano color champagne y aplicaciones de cristal. El delicado adorno de cabeza y las flores agrupadas en el clásico bouquet completaban su atuendo.

Posteriormente se ofreció la recepción social programada en el conjunto residencial Vista Daymar, en Altos de Parque Caiza. Allí se reunieron familiares y amigos para disfrutar del fino obsequio servido. La recepción con música de baile y otras atracciones se caracterizó por un ambiente de gran alegría, gracias a las gentilezas prodigadas por los oferentes.

Felicitaciones especiales para ellos y sus padres”.

sábado, 24 de abril de 2010

Día del libro (y 2)

Pongo aquí unas imágenes que hice en la feria del libro que se inauguró ayer 23 de abril en la Plaza de Francia, en Altamira, quizá el sitio con más encanto de todo Caracas. Lo más curioso de esta ciudad es que todo está transitado por la política, hasta los libros. Ahí va un señor con una pancarta que dice "Aulas sin política única".




Senos

Leyendo la plaquette de Ramón Gómez de la Serna que lleva por título “Senos” me encuentro con esta glosa:

“En casa del anticuario apareció la fina mujer, cuya cintura se cimbreaba en la luz.
–¿Qué desea? ¿Me trae algún abanico?
El anticuario al verla sin ningún paquete, creyó que era una de esas que se sacan de no se sabe dónde un abanico, un abanico viejo, que llena de lentejuelas la tienda cuando ellas lo abren. Ella acercándose más al anticuario le dijo: "Le traigo unos senos de verdadero Sèvres".
–Venga, pase –le dijo el anticuario pasándola al despachito donde compraba las joyas más importantes.
Ella entró con la determinación de la que va dispuesta a todo y allí sacó sus senos y los enseñó al anticuario.
–¿De Sèvres?... ¿De Sèvres? –decía el anticuario sin dejar de darles vueltas como a los jarrones a los que se busca la marca.
–Sí, mire usted la señal –y la mujer que tenía los más puros senos de Sèvres y que sabía dónde estaba el grabado frío como una cicatriz de marca, le dijo: "Aquí está".
El anticuario con su lupa se quedó asombrado de la autenticidad, y comenzó a contar como quien cuenta papeles de fumar los billetes que daba por ellos.
Y la mujer de los puros y verdaderos senos de Sèvres salía de la tienda sin senos, lisa, como la que ha vendido la última joya que le quedaba de sus padres”.

Me pregunto si Gómez de la Serna, ese chamarilero de la literatura, fetichista del Rastro, y cantor del cuerpo de la mujer, añadiría alguna pieza o reescribiría su libro por entero viendo el afán y la pasión de las venezolanas por inflamar sus pechos con silicona y geles cohesivos. Estoy seguro que al menos el anticuario del relato no tendría dinero suficiente para pagar por los senos de las caraqueñas. Y es que, como dijo Novalis tan excelsamente, “el seno es el pecho elevado a estado de misterio, el pecho moralizado”.

Pasado por el tamiz de Venezuela, yo diría: “El seno es el pecho democratizado, elevado a opulencia desparramada, pecho sublimado”.

viernes, 23 de abril de 2010

Día del libro

Es poco frecuente que los españoles prestemos atención a la literatura latinoamericana, más allá de los autores que surgieron en el boom de los años 60: García Márquez, Vargas Llosa, Carpentier, Cortázar, Borges, Cabrera Infante o Carlos Fuentes, por citar los más relevantes. Luego vinieron los autores del “Post Boom”, que también han tenido su difusión y su público, encabezados por Isabel Allende, Laura Esquivel, Tomás Eloy Martínez, Roberto Bolaño, Mastretta o Skármeta, que han intentado denodadamente romper con aquel realismo mágico que les ha pesado como una losa.

Para ampliar los horizontes de esa riqueza literaria de Latinoamérica y celebrar el día del libro con una propuesta algo distinta, aquí van algunos nombres de escritores venezolanos, la mayoría poco conocidos y aun menos transitados: Adriano González León (País portátil), Salvador Garmendia (La mala vida), Guillermo Meneses (El falso cuaderno de Narciso Espejo), Francisco Suniaga (El pasajero de Truman), Francisco Herrera Luque (En la casa del pez que escupe el agua), Alberto Barrera Tyszka (La enfermedad; Crímenes) y, por supuesto, Arturo Uslar Pietri (Oficio de difuntos) y Rómulo Gallegos (Doña Bárbara).

Buen día del libro.

P.D. Pongo aquí un link que me envió ayer mi amigo Raúl sobre la última tecnología aplicada al libro. Toda una revolución: http://www.youtube.com/watch?v=iwPj0qgvfIs&feature=youtu.be&a

jueves, 22 de abril de 2010

Bicentenario, un idilio

Un apunte histórico: el pasado lunes se celebró el bicentenario de la independencia de Venezuela como colonia española. El 19 de abril de 1810 la insurgencia destronó al capitán Vicente Emparan como representante del imperio español, a quien acusaban de ser leal al invasor francés. No olvidemos que Napoleón, dos años antes, en 1808, había ocupado España a pesar de encontrar una resistencia feroz en el pueblo, había derrocado a la monarquía y había nombrado rey a su hermano José. En 1810 la Junta Suprema de Caracas envió delegaciones al extranjero en busca del reconocimiento de su nación, y fue así cómo Simón Bolívar, Andrés Bello y Luis López Méndez (considerados los padres de la patria) fueron a Londres, y otros, como Madariaga, acudían a los países vecinos, como Colombia, a luchar por la independencia. El 19 de abril se considera el final de tres siglos de dominación colonial y el nacimiento de un estado propio.

En el acto del lunes, en el que estuvieron presentes curiosamente los altos mandatarios de los países “amigos” que reciben cantidades ingentes de petróleo gratis (ver post “Cómo ser rico y dilapidar el dinero”) Cristina Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Daniel Ortega (Nicaragua) y Raúl Castro (Cuba), entre otros, se destacó la idiosincrasia “de los combatientes socialistas, antiimperialistas y revolucionarios” del pueblo venezolano, y se hizo un llamamiento a defender los recursos de la región como ya hiciera Argentina en las Malvinas. Chávez insistió en que Venezuela está armada y preparada “para defender hasta el último milímetro de esta patria sagrada", ante la agresión y la amenaza del "imperio yanqui”.

Después de ver parte de los actos conmemorativos, lo mejor para mí fue el comentario jocoso de la Kirchner cuando finalizó su discurso de cuarenta minutos. Ahora que los dos dirigentes están en idilio, la presidenta de Argentina, bromeando sobre la extensión de las alocuciones de Chávez, se permitió decir en la Asamblea Nacional venezolana: “En ningún momento he pretendido romper el récord que ostenta el comandante”. Los allí presentes se arrancaron en aplausos que duraron varios minutos. Y es que no hay como estar entre amigos.

miércoles, 21 de abril de 2010

Inca Valero, boxeador

La historia de Edwin “El Inca” Valero podría ser una más de las historias de púgiles que hemos visto en el cine (Rocky, Toro Salvaje, Cinderella Man, Alí, Rocco y sus hermanos) o leído en los periódicos: el muchacho nacido en un barrio miserable de la localidad de Bolero Alto, Estado de Mérida, sufrido hijo de una familia desharrapada que vive en un mundo de marginalidad perpetua y que, por uno de esos azares de la vida, acaba subiéndose al ring y yendo a entrenar con los mejores managers de Caracas. A los doce años, acumula ya 86 victorias en 92 combates, y luce un croché furibundo.

El Inca Valero es espigado, fibroso, puro músculo. Tiene rasgos de criollo, la nariz achatada por los golpes, y una media melena como la que lucía Ángel Fernández Franco, El Torete, en Perros Callejeros, una melena entre quinqui y medio hippie, de flequillo mal desfilado y mullet alborotado. El Inca Valero representa la furia venezolana, es el icono del empuje y la garra salvaje de los indios primitivos del Orinoco. Muy pronto llega a ser Campeón Mundial del Peso Ligero, y el dinero y la fama y la popularidad y los arrebatos comienzan a llegar, como siempre pasa en estos casos. Entonces, el icono se va diluyendo, perdido todo norte y toda fiabilidad: malos tratos a su esposa, golpes a su madre y a su hermana, peleas callejeras, posesión de armas ilegales, hostigamiento a médicos y enfermeras en los hospitales en los que pasa largas temporadas, consumo de drogas, depresión…

El pasado domingo, el Inca Valero mató a su mujer de tres puñaladas en el cuello en el hotel en el que se alojaban. “Maté a mi esposa” dijo en la recepción, con las manos ensangrentadas, como si no fuera con él. Ese mismo día lo llevaron a la cárcel vestido con un short y franelilla deportiva. Le quitaron la ropa, por ser una prueba criminalística, y se la cambiaron por unos jeans. Al día siguiente, empleó esos vaqueros para colgarse de la reja de su celda, no sabemos si abrumado por el peso de la culpa o por un arrebato psicótico. Tenía 28 años. En el pecho descubierto lucía un tatuaje característico: la bandera venezolana con la efigie de Chávez al fondo, y sobre ella la siguiente declaración: “Venezuela de verdad”.

martes, 20 de abril de 2010

Gran Hermano

El otro día me sucedió esto en una sucursal bancaria, cuando iba a depositar un dinero para realizar un pago.

Como Internet está en una fase muy embrionaria en el uso cotidiano de la banca, aquí la gente acude a las oficinas de su entidad financiera a realizar todo tipo de operaciones, con el consecuente colapso de las mismas. Así que es habitual ver las sucursales abarrotadas de decenas de clientes que no sólo permanecen de pie haciendo la cola de rigor sino también ocupando las filas de asientos que es habitual encontrar en la mayoría de los establecimientos. Ante tal espectáculo se me ocurrió tomar discretamente una foto con una pequeña cámara que llevaba, del tamaño de un teléfono móvil. Después me puse a rellenar el papel para hacer el depósito y al acabar, justo detrás de mí, un policía de metro noventa, vestido con uniforme azul, chaleco antibalas y pistola atada con un cincho al muslo de su pierna me estaba esperando. No sé de dónde había salido, pero sí puedo asegurar que cuando yo entré no estaba allí. Me dice:

-Su cédula, por favor.

Me quedo un poco extrañado. No sé por qué me pide la identificación, pero le doy sin rechistar mi pasaporte. Lo abre, lo observa, lo gira, lo manosea. Me mira y me vuelve a decir:

-Acompáñeme.

Intento coger el pasaporte pero él lo retiene en sus manos enguantadas.

-No, esto me lo quedo yo –dice.

Echa a caminar delante de mí y yo le sigo nervioso porque nunca hay que dejar que tu pasaporte se lo quede nadie. Si lo pierdes, lo ocultan o se lo quedan, estás perdido. Eso es al menos lo que nos han repetido una y otra vez.

Salimos y afuera están esperando dos policías más, un hombre, joven, con unas gafas de cristales anaranjados, y una mujer, bastante caballuna. Los tres me rodean contra la pared, de forma que no puedo escapar.

-Déjeme la cámara filmográfica –me dice el que me ha sacado de la oficina.

-Sí, claro –le digo yo con el mejor tono que encuentro. Mientras la saco de la mochila en la que la llevo, sigue esta conversación:

-¿De dónde es?

-De España.

-¿Qué hacía en el banco?

-Realizar un pago.

-¿Y para qué va a pagar un español un recibo en un banco venezolano?

-Bueno, me he apuntado a unas clases y no admiten dinero en efectivo, así que tengo que pagarlas aquí.

-¿No sabe que no se pueden tomar fotos en los bancos? Ni siquiera se puede hablar por el celular. ¿Es que no ha visto el dibujo? –me pregunta señalando la puerta. Sigo su dedo y, en efecto, veo una pegatina con un móvil tachado.

-Disculpe, no lo sabía.

-Borre todas las fotos.

-Claro, le digo. Sólo tomé una.

Lo hago, pero antes tengo que enseñarle todas las fotos que llevo en la cámara. Entonces coge mi pasaporte y se va hasta su moto hablando por un walkie-talkie. Le escucho y oigo que da mis datos –supongo que a la comisaría- para contrastar si soy quien digo ser. En ese momento, el otro policía, el más joven, el de las gafas naranjas, en una actitud claramente chulesca, me ordena:

-Abra la mochila.

Le obedezco.

-¿Qué es eso?

-Un glucómetro.

Lo coge, lo abre y lo observa. Ve las agujas y las lancetas que llevo para pincharme. Se queda extrañado y empieza a hurgar en la mochila. Ve unos sobres de azúcar que llevo, sobres que como tienen tanto tiempo en la mochila se han descolorido y han perdido la tinta que llevaban, de modo que parecen pequeñas bolsitas de algo sospechoso.

-¿Esto no será droga?

-No –le digo. –Soy diabético. Esto es un glucómetro y esto, azúcar.

Empieza a oler los sobres. Me mira el cuello y me hace girarlo de un lado a otro. Estoy recién afeitado y es probable que lleve alguna marca, pienso. Me dice:

-Enséñeme los brazos. –Se los muestro.- ¿Toma droga: cocaína, heroína? ¿No se pinchará?

-No –le insisto ya sin dejarme intimidar.

-¿Dónde vive?

-En Campo Alegre.

-¿Calle?

-La transversal.

-¿Edificio?

-Ávila.

-¿Qué hace aquí en Caracas?

-Trabajar.

-¿Para quién trabaja?

-Para la Electricidad de Caracas. (Es mejor no decir que soy periodista, y menos periodista español. No es cosa buena).

-¿Cuánto tiempo lleva aquí?

-Tres meses.

Ahora es la mujer policía la que hurga en la mochila. Encuentra un bloc con notas que llevo sobre Caracas. Mi sensación de criminal va en aumento. Se pone a leerlo: llevo apuntados nombres de restaurantes, librerías, palabras venezolanas, direcciones, nombres de políticos, escritores, economistas… Ahora me da por pensar que pueden parecer las notas de un terrorista. Leen todos mis apuntes sin ningún tipo de reparo. Me miran con desconfianza y mucha agresividad:

-¿Y todo esto? ¿Para qué es?

-Bueno, son apuntes. Para mí. Voy escribiendo cosas que veo en Caracas.

En ese momento, llega el otro policía, y dice, dirigiéndose más a sus compañeros que a mí:

-Está bien. Puede irse. Pero no olvide que aquí no se pueden tomar fotos. Ni siquiera hablar por celular. Está penado.

Me dan mi mochila y me devuelven el pasaporte, y les digo con la mayor educación posible:

-Gracias.

Entonces entro de nuevo en la sucursal y me pongo a esperar la enorme cola. Los puedo ver todavía en la acera, acechando, hablando por el walkie. Cuando se descuidan, aprovecho para largarme sin dudarlo. La sensación de delincuente va creciendo en mí a medida que llego a casa. Lo tengo claro. En un estado al borde del totalitarismo en el que el temor inunda la actividad cotidiana de los ciudadanos, la policía, la guardia nacional o el ejército –los ejecutores del Gran Hermano- detentan un poder inaccesible que no vela por el pueblo, sino que va contra él, imponiendo siempre un aire de terror, de despotismo contumaz, de vigilancia permanente, de persecución acusatoria. En Venezuela, al contrario de lo que pasa en el resto del mundo civilizado, el ciudadano es culpable hasta que no demuestre lo contrario y la policía tiene poderes plenipotenciarios para preguntar, exigir, solicitar, requerir e interrogar, sin que quepa la menor discrepancia o el más mínimo reparo.

lunes, 19 de abril de 2010

Arepa socialista

Uno de mis platos favoritos de Venezuela es la arepa, una torta crujiente elaborada con maíz que generalmente se presenta cocida y rellena con lo que uno guste: jamón, queso amarillo o blanco, pernil, carne mechada, pollo, salchicha, caraotas negras (una especie de judías o frijoles), etc. Está emparentada con el talo, esa especie de tortilla o torta que se elabora en el País Vasco también con harina de maíz.

Aquí la arepa es el pan venezolano, se come a cualquier hora del día, pero sobre todo en el desayuno. Es tal la importancia de este alimento que el Gobierno ha abierto varias “areperas socialistas” por todo el país con el fin de que no sean sólo los burgueses y los oligarcas los que puedan comerlas a los precios que se encuentran en los restaurantes “privados” entre 16 y 24 bolívares (1,5 – 2,5 euros).

Estas navidades pasadas Chávez dijo en su programa televisivo al hilo de la inauguración del primero de estos establecimientos: “Estamos en promoción a 5 bolos la arepa”, o sea, a unos sesenta céntimos de euro. Pero como aquí la inflación está desbocada, resulta que cuatro meses después de esas declaraciones, y sin que el precio de la harina haya subido oficialmente, la arepa socialista ha incrementado su precio un 50%, y eso pese a estar subsidiada por el gobierno. Y es así como los bolivarianos y bolivarianas acuden a comer sus arepas con cara de congoja y, ante los micrófonos de la televisión estatal, cuando les preguntan su opinión sobre la subida en las areperas socialistas, argumentan: “Bueno, sigue siendo una arepa económica. Pero lo mejor es la atención, que es excelente”.

domingo, 18 de abril de 2010

Vitality

Lo dicho, una de mis diversiones, los anuncios venezolanos. Éste viene a toda página en la mayoría de los periódicos (transcribo literalmente, comas, puntos, tildes y ausencia de tildes, mayúsculas, faltas de concordancia, etc):

"Vitality 100% Natural es tratamiento, ideal para la caida del Cabello, la Diabetes, Frijidez, Impotencia Sexual, Reumatismo, Artritis, Asma, Tos, Obesidad, Dolor de Cabeza, Problemas Cardiacos, Hemorroides, Descontrol Mensual, Coto, Calambres, Estabiliza el Sistema Nervioso, Problema de Fertilidad, Entre Otros. Evita y cura más de 140 Enfermades.

TESTIMONIOS:

(Con una foto del sujeto a la izquierda): Me llamo Martín Angarita mis pies se estaban llenos de hongos, mi trabajo es lavando carros, por mas aseado que yo sea me empezaron a salir hongos y me dolían demasiado los pies, así dure mucho tiempo vi un volante en un carro de un cliente sobre Vitality 100% Natural, y sin pensarlo empecé a leerlo y de verdad me convenció esa misma tarde lo mande a comprar y empecé a tomarlo con la fe del mundo y me resulto, los hongos fueron desapareciendo y me siento mucho mejor de verdad ese producto es maravilloso se los recomiendo. Gracias Vitality. Att. Martín Angarita.

TRAIGANOS SU TESTIMONIO
RETRASA EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
NOTARA EL CAMBIO DESDE EL PRIMER DÍA
2da Avenida, entre España y Argentina (...), Caracas.
Horario Corrido de 8:00 a 4:00"

Ahí queda eso.

sábado, 17 de abril de 2010

Cómo ser rico y dilapidar el dinero

Hace unas semanas entrevisté en su casa de Caracas al ex director del Banco Central de Venezuela (BCV), Domingo Felipe Maza Zavala. Tiene 88 años y un currículum extensísimo. Ha sido director del BCV desde 1994 hasta 2007, es decir, estuvo antes de Chávez y ha estado con él. Después de esta andadura, sus opiniones sobre el chavismo son demoledoras (“No es socialismo concentrar todo el poder en una sola persona. No fue socialismo lo de la URSS, no fue tampoco lo de Cuba y no está siendo lo de Venezuela)”.

No me costó localizarle, gracias a las gestiones que me hicieron desde la Fundación Herrera Luque. De la hora y pico que estuvimos hablando en la biblioteca de su casa, a la que llegué acompañado de su edecán o secretario, y donde le tomé la fotografía que aparece más arriba, lo que más me impresionó fueron estos datos, que después contrasté con el Instituto Nacional de Estadística de Venezuela y con la OPEP:
  • Venezuela produce cada día alrededor de 3.000.000 de barriles de petróleo.
  • Su distribución queda como sigue:
    - 750.000 barriles se consumen internamente. En Venezuela llenar un tanque de 45 litros cuesta medio euro. Los precios son irrisorios, debido al subsidio que el estado mantiene desde 1945. Para que os hagáis una idea: el precio del litro de diesel es de medio céntimo de euro, cuando debería estar en 50 céntimos. Y el precio de la gasolina es de 1 céntimo de euro cuando debería costar 60 céntimos para que pudiera ser rentable, teniendo en cuenta el personal de las gasolineras, los márgenes de comercialización, los costes de distribución y los costos operativos. Las gasolineras viven de las tiendas de comestibles o de conveniencia, como las llaman aquí. La caja diaria de una gasolinera está en torno a los 300 bolívares fuertes (alrededor de los 30 euros).
    - 500.000 barriles se regalan (sí, se regalan, es decir no se cobran) a países “amigos” como Cuba, Nicaragua, República Dominicana o Bolivia.
    - Y el resto se exportan principalmente a Estados Unidos –paradójicamente, el principal mercado de Venezuela, con más de 827.000 barriles diarios­-, y China, con 460.000 barriles. A estos países se está vendiendo el barril de 156 litros a precio de ganga, entre 7 y 30 dólares, cuando se podría exportar a 80 dólares o más, y con una calidad muy superior a la de otros países productores.
Si a esto se suma además que Venezuela tiene que exportar su petróleo para refinarlo porque las refinerías construidas en los años 50 están semiabandonadas y después volver a importarlo, significa que, según los cálculos del ex director del BCV, Venezuela está dejando de ingresar casi 11.00 millones de dólares al año por la mala gestión o dispendio del recurso petrolífero. El dato es abrumador.

Cuando al final de la entrevista, Maza Zavala me acompaña para salir de su casa, me dice:

-Aquí podríamos estar nadando en plata, como en Dubai, pero Venezuela tiene una economía bajo la amenaza de unos inoperantes.

viernes, 16 de abril de 2010

Breve diccionario del español venezolano (I)

Para los que tengáis pensado venir algún día a visitarnos, aquí van algunos vocablos que es recomendable manejar en Venezuela y que he ido recogiendo estos meses. Iré ampliándolo en próximas entregas:

Barrio.- Favela, chabola. No tiene que ver con el sentido que le damos en España. Lo que nosotros entendemos por barrio, aquí se dice Municipio.

Botar.- Arrojar, tirar. Ej: “No bote basura en este terreno”.

Chévere.- Expresión típica y muy habitual que indica que todo va bien. Ej: “¿Qué tal?” “Chévere”. También equivale a agradable.

Espejuelos.- Gafas.

Espitao.- Correr muy rápido. Se utiliza mucho en las retransmisiones deportivas. Proviene de Speed Out, que significa correr mucho, o sea, salir espitao.

Guachimán.- Vigilante. Anglicismo procedente de Watchman, pues eso, vigilante.

Halar.- Se puede pronunciar también con j, o sea, jalar. Tirar, como oposición a empujar. Ej. Se puede leer en los carteles de acceso de cualquier local (“Empuje / Hale”).

Tulrunero.- Almacenero. Anglicismo que viene de Tools room, o sea, habitación de las herramientas y, por extensión, el que las custodia.

Metropregonero.- Vendedor de billetes de metro. Va identificado con un chaleco y una gorra roja –muy revolucionario-, se coloca al lado de las taquillas y, para aliviar las populosas colas, va dispensando los billetes a una velocidad de vértigo.

Perrocalentero.- Comerciante o dependiente de los puestos ambulantes que venden perritos calientes. Toda una institución en Caracas.

¿El huevo o la gallina?

Quién no se ha hecho esta pregunta alguna vez.

En la foto, que está tomada muy cerca de nuestra casa, todo parece indicar que el árbol estaba antes que el muro. Pero se ve que el propietario del taller de latonería, pintura y mecánica no lo tenía muy claro, y en vez de construir su pared un poco más allá o un poco más acá, para incluir o excluir el árbol, siguió la recomendación de Aristóteles, optar siempre por el término medio. 'Ni pa ti ni pa mi' que diría un castizo. Así que ha integrado el árbol en el muro y lo ha mimetizado con la pintura corporativa del taller.

Si esto se viese en las calles de Nueva York alguien estaría jaleándolo como una obra maestra del Street Painting.

jueves, 15 de abril de 2010

Cosas que pasan en Caracas

Que las cerraduras pueden ser mágicas lo sabemos desde que leímos/vimos Alicia en el país de las maravillas. Uno se asoma a ellas y puede perderse en laberintos inextricables o túneles que no tienen fin. Eso es lo que debieron pensar los cuatro cerrajeros que, uno tras otro, fueron a casa de un conocido nuestro (a quien llamaremos X) una tarde en que se quedó atrapado en casa.

Por lo general, los barrios del cogollito de Caracas (Altamira, Palos Grandes, Chacao, Sabana Grande y Las Mercedes) están formados por condominios (urbanizaciones) protegidos con verjas y alambres electrificados, para evitar que los malandros (delincuentes) entren en ellos. Para más seguridad, las casas tienen dos puertas: una exterior, la master lock, generalmente un armatoste metálico con listones, y luego otra, interior, de chapa. Pues bien, X se disponía a salir a media tarde del domingo de su casa, pero oh sorpresa, la master lock no abría.

-Bueno, no pasa nada –pensó. ­­–Llamo al responsable de seguridad y solucionado.

Llamó al responsable de seguridad de la empresa para la que trabaja y éste, al cabo de unos minutos, localizó un cerrajero. El cerrajero fue para allá y, tras intentar denodadamente abrir la cerradura, tuvo que desistir. X estaba al otro lado de la puerta observando las intentonas del cerrajero a través de las rejas, con un sentimiento que oscilaba entre el estupor y la angustia. Era como estar en la cárcel, como cumplir condena domiciliaria. El hombre se resignó y acabó yéndose.
Una hora más tarde llegó otro cerrajero. Y otra vez la misma historia: sacó del exiguo maletín algunas ganzúas y hurgó en la cerradura. Nada. X miraba con desolación las maniobras de aquel profesional. Al final se marchó. La tarde estaba pasando y ya había oscurecido. Vino otro cerrajero, que parecía más competente pero que resultó ser igual de ineficaz. El resultado, el mismo. Se marchó, dejando a X abrumado por la situación, detrás de las rejas.

X llamó por teléfono al responsable de seguridad de su empresa y le contó lo que estaba pasando. Éste le dijo que esperase, que intentaría localizar a un cerrajero mejor. Colgó. Mientras esperaba de nuevo la llamada, X empezó a agobiarse y acabó fabricando una cuerda con las sábanas que encontró en casa, anudando unas a otras, como el príncipe de Rapunzel dispuesto a bajar por sus largas coletas. Al final recibió la llamada:

-Verás, X, he encontrado uno que me asegura que la puede abrir. Todo el mundo dice que es el mejor cerrajero de Caracas. Lo único es que hasta mañana por la mañana no podrá ir…

-¡Cómo que no podrá!

-Bueno... que no quiere ir, porque hoy es domingo y es su día de descanso. Y total ya es muy tarde, así que mañana a primera hora irá a abrirte la puerta.

X valoró descender por las sábanas, pero la caída era considerable. Al final no le quedó más remedio que esperar a que el maestro cerrajero conjurara la magia de la cerradura a la mañana siguiente, eso sí, ya bien entrado el día.

Adolescentes guerrilleros

Desde los tiempos en que Randolph Hearst enconara a las masas norteamericanas a través de su emporio mediático contra España por la situación de la guerra de Cuba de 1898, cualquier político del mundo sabe que los medios de comunicación son un instrumento clave a la hora de llegar a la opinión pública, sobre todo si se acercan elecciones.

Esto llegó a entenderlo muy pronto un tipo inteligente como Goebbels, quizá el primer gran director de comunicación de la historia, cuando optó por poner bajo su control todos los medios informativos del tercer Reich y poder así controlar los mensajes. Se le consideró el creador de la "propaganda negra" y, entre sus muchos aciertos (que aún hoy en comunicación empresarial se utilizan sin ambages), se encuentra uno de sus famosos principios, el principio de la vulgarización, esto es, toda propaganda debe ser popular y debe estar adaptada para que la entienda hasta el menos preparado de los ciudadanos, incluidos los niños.

Bueno, pues algo de esto debe estar recuperando la Ministra de Comunicación e Información de Venezuela, Tania Díaz, quien -de cara a las elecciones del próximo mes de septiembre- hace tan solo unos días ha tomado juramento a casi 80 adolescentes de entre 13 y 17 años para crear lo que ha denominado "Guerrilla Comunicacional".

Se trata de que estos chavales, aún en edad escolar y quizá con las ideas poco asentadas, difundan mensajes del gobierno y cubran así "un vacío de información" generado por los medios de comunicación privados. La idea es que los jóvenes aprendan a utilizar cámaras fotográficas, teléfonos móviles, Internet, estudios de radio y televisión comunales para propalar "el mensaje del socialismo del siglo XXI".

Estos grupos de adolescentes son considerados guerrillas porque tienen que ser capaces de estar en cualquier momento y en cualquier lugar para "combatir la mentira".

En fin, ya veremos lo que de esto dicen los organismos internacionales que velan por los derechos universales de los niños. Al menos, por ahora, pertenecer a estas guerrillas no va a contar para subir nota ni para embellecer el currículo académico.

miércoles, 14 de abril de 2010

Anuncios por palabras

Lo mejor de los periódicos de Venezuela son los anuncios, muchos de ellos anuncios por palabras. Aquí van algunos de mis favoritos, sobre todo los relacionados con las compañías que piden a sus empleados hagan el favor de volver al trabajo. Este es uno que recorté en el mes de enero:

"Se hace saber: al ciudadano Álvarez Dugarte, Jonathan, venezolano, mayor de edad, domiciliado en la ciudad de Caracas, titular de la cédula de identidad número V-13.802.075, se sirva comparecer a la mayor brevedad posible ante la Gerencia de Recursos Humanos de la Sociedad Mercantil Inversiones Metrópolis, Avda, Rómulo Gallegos (...). Las razones o motivos por las que han faltado al cumplimiento de su jornada de labores durante los días 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 25, 26, 27 de enero de 2010".

Doce días sin ir por el trabajo ni dar señales de vida... Qué grande. Todo un máster para las políticas de lucha contra el absentismo de los profesionales de RRHH.

Otro anuncio también muy típico:
"Abogada Luisa Irene Celis. El hijo mayor del señor L.O. quiere comunicarse con usted. Favor, llamar. Teléfono: 0241-824.0293".

Barrer a la burguesía

Probablemente Venezuela sea el único país del mundo donde se celebran los golpes de estado y los intentos de golpe de estado. Lo importante es crear un imaginario popular que enaltezca la "revolución" bolivariana.

El pasado mes de febrero las calles de Caracas se llenaron de una marea roja que conmemoraba el intento de golpe de estado que lideró Hugo Chávez en febrero de 1992, cuando todavía era coronel paracaidista y aspirante al poder. Los tiroteos de entonces se cobraron veinte vidas y Chávez fue condenado a prisión. La intentona se quedó en agua de borrajas. Sin embargo, ahora aquella fecha se ha convertido en un hito en el calendario revolucionario.

Ayer, sin ir más lejos, más de 35.000 milicanos vestidos con trajes militares verde oliva, luciendo rifles y ametralladoras de repitición, poblaron la avenida Bolívar, una de las arterias principales de la ciudad, para conmemorar el golpe de estado organizado por altos mandos militares y financiado por un lobby empresarial que echó del gobierno a Chávez durante dos días en abril de 2002 (Chávez está en el poder desde 1998). Aquel episodio, que costó la vida a 19 personas, le dio alas para ampliar sus poderes y recrudecer el conflicto social.

Ayer se esperaba a un Chávez exultante, avasallador, y sin embargo, lo que vimos fue a un Chávez delirante, ansioso ante la posibilidad de perder las elecciones del próximo mes de septiembre, nervioso por la creciente oposición del tejido industrial y las instituciones internacionales. La extensa masa verde oliva estuvo esperando durante varias horas hasta que el comandante hizo acto de presencia. Llegó, habló y dejó muchas perlas.

Aseguró que hay sectores que están preparando un golpe de estado o un magnicidio. "Mi asesinato sigue a la orden del día" dijo, y después añadió: "Esta burguesía continúa con sus planes para liquidarme físicamente. Si lo hicieran, oíganme bien, ustedes no pierdan la cabeza, el juicio. Allí están los lideres, el partido, mis generales, mis milicias, mi pueblo, ustedes saben lo que tendrían que hacer: sencillamente tomar todo el poder en Venezuela, absolutamente todo, y barrer a la burguesía de todos los espacios políticos y económicos".

Su discurso suena cada vez más a eso, a limpieza de todo lo que molesta. Para tener la casa limpia, no hay más remedio que barrer la porquería.

martes, 13 de abril de 2010

De vuelta al socialismo

Después de pasar unos días frenéticos en Madrid, aceptamos con resignación el retraso del vuelo que nos lleva a Caracas. No hace falta mirar la pantalla para saber cuál es tu vuelo. De repente, las operaciones de pecho y las blackberry se han multiplicado por diez. Para mí, los dos símbolos del socialismo bolivariano de Venezuela.

Mientras hacemos tiempo en la puerta de embarque nos fijamos en los viajeros que van a volar con nosotros. Hay una venezolana oronda, pelirroja, con los pechos operados (cómo no), de labios carnosos al estilo Carmen de Mairena, que nos llama la atención: muestra sin complejos unos enormes pies de gorila, cuyos dedos, pintados del mismo color que su cabello, se desparraman grotescamente sobre unas sandalias con tacón de madera. "¿Estás viendo lo mismo que yo?", "¡Sí, sí, cómo para no verlo!". Es como si la sandalia hubiera sido engullida por los pliegues carnosos del pie. El dedo pulgar sobresale como una butifarra deformada, como si fuera el dedo prensil de un simio, y el meñique es tan voluminoso que parece tener vida propia: se ha salido de la sandalia y va barriendo él solito el suelo de la T4 de Barajas. Gracias a ella la hora de retraso la pasamos entre risas...

Ya en el avión, sorpresa: un grupo nutrido de familiares y amigos van a una boda en Isla Margarita, el lugar de descanso de los caraqueños. Llevan botellas de ron y whisky y, al principio, se van sirviendo con cautela y discreción, desperdigados como están cada uno en su sitio. Al cabo de unas horas, la cabina parece la Plaza del Dos de Mayo: se han reunido todos alrededor del asiento de uno de ellos, que casualmente está dos filas por delante del nuestro, y allí se dedican al botellón, todos de pie en el pasillo, hablando en alto, contando chistes, jaleándose unos a otros y pidiendo hielo sin parar. Al principio resulta simpática la escena y las azafatas se comportan amablemente, pero después de cuatro horas de vuelo con un botellón hecho por padres provectos y treinteañeros andaluces, el tema deja de tener gracia. Menos mal que cierran las ventanillas y apagan las luces. Todos a dormir.

Cuando ya queda poco para tomar tierra, el grupo de la boda se vuelve a reunir a dos filas de nosotros. Hay algunos que llevan una borrachera que no se tienen en pie. Entonces aparece desde la parte delantera del avión (desde los asientos de business) una chica rubia, grandota, con el pelo corto, el mentón pronunciado y las mejillas hundidas. Al principio nadie se percata de quién es, hasta que se oye una voz que, en un susurro, dice: "Anda, si es Rosa. Rosa de España". El que va más borracho la llama, pero ella no le oye. Entonces alza la voz y dice: "¡Rosa, guapa! ¡Cómo estás!". Rosa se detiene en medio del pasillo con la solvencia del famoso que ha sido reconocido y, con una sonrisa benévola, le responde con gracejo andaluz: "Mu ben, mucha gracia". "No era una pregunta. Era una afirmación", grita el graciosillo de la boda. Ella se ríe y sigue su camino hasta los baños. A la vuelta, es engullida por los beodos familiares de la boda y así, envuelta entre los agasajos de los viajeros y las fotografías de rigor, tomamos tierra. Afuera hay 30 grados, una humedad asfixiante y unas nubes que amenazan con llover, pero que no se animan.

Tardamos una hora en pasar el control de los pasaportes y otras dos en recorrer los 30 kilómetros que separan el aeropuerto de Maiquetía del centro de Caracas. El conductor que nos lleva a casa, la radio y la prensa nos dicen que por aquí sigue todo igual: cortes de luz y de agua, racionamiento de comida, intención del gobierno de estatalizar toda la industria, crímenes descontrolados, políticos corruptos, periodistas encarcelados... Eso sí, también aquí se sigue debatiendo sobre el derby Madrid-Barca: cartera o cantera, esa es la cuestión.

Bienvenidos a la República Bolivariana de Venezuela.