jueves, 30 de septiembre de 2010

Las piñatas de Caracas

Vaporosas, frágiles, humildes, entrañables, las piñatas de Caracas salpican la ciudad con sus colores chillones de papel maché en los escaparates de cualquier lugar, lo mismo en la plaza del Museo Bolivariano que en una callejuela de Chacaíto o de Sabana Grande.

Las piñaterías de Caracas se han convertido en un símbolo de la ciudad, juguetonas, disparatadas, abarrotadas, hechas para que florezca la ilusión de los niños, los más pudientes y los menos, los de los condominios lujosos y los de las barriadas más pobres, un humilde reclamo de felicidad suprema, concebido para culminar las fiestas de cumpleaños de los más pequeños.

Las piñatas de Caracas son multiformes e imaginativas y cada cierto tiempo renuevan sus modelos, que van desde Mickey Mouse, la Sirenita, Mario Bross, Rayo McQueen o Spiderman, hasta las botellas de la cerveza local (Solera) o las del consumidísimo y siempre venerado whisky de 18 años (Something Special, Old Parr, Buchanan´s), que tanto adoran los venezolanos.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Todo depende

Me dice un venezolano:

-¿Y cómo están las cosas por allá, mi pana?

Por un momento dudo, reflexiono. Me alegro de que algún caraqueño esté interesado por España, así que me preparo para contarle con cara de ciudadano europeo lo que sucede en el país, pero antes de que me dé tiempo a contestarle, continúa hablando:

-Ya vi por Te-Be-É (TVE) que el país está hecho un desastre. Aquí las cosas están raras pero van bien, pero allá en España, buf, la gente está arrechá, y el presidente ese, Zaca...

-Zapatero.

-Ése... por lo visto no es muy bueno, ¿no? Lo mejor que tenemos en Venezuela es que la crisis no nos ha afectado como a vosotros... Menuda verga se prepara con la vaina de la huelga. Estáis ponchaos...

Eso sí que es optimismo, pienso yo, pero no le digo nada porque el pana ya está alborotando el aire con su estruendosa risa caribeña.

martes, 28 de septiembre de 2010

Maneras de Presidente


Ésta fue la reacción y la respuesta a la pregunta que planteó una periodista de Radio Francia Internacional sobre un tema que, incluso entre los expertos electorales, levanta ampollas, fricciones, desavenencias e interpretaciones: ¿cómo es posible que el PSUV haya obtenido 98 diputados y la oposición 65, habiendo conseguido solamente 100.000 votos más?

Ojo por ojo

La foto es demoledora: un grupo de personas forman corro alrededor de un cuerpo rociado con gasolina. Si no supiéramos que lo que hay delante de ellos es un hombre ardiendo, quizá podríamos pensar que ese grupo está ante un hecho festivo. Ríen, aplauden, jalean, toman fotos con sus celulares… En sus gestos, en su predisposición, en su actitud y su lenguaje corporal se lee la complacencia y la normalidad asumida de la violencia, el castigo y la venganza.

La foto es aterradora: retrata a los habitantes de uno de los barrios de Caracas, El Valle, tomándose la justicia por su mano. Sus vecinos se organizaron para capturar a un hombre señalado por cometer abusos contra las mujeres del barrio. La ira se apoderó de ellos, lo apresaron, lo lincharon a pedradas, con palos y botellas, y finalmente lo mataron a balazos. Después lo rociaron con gasolina y lo incendiaron en mitad de la avenida principal del barrio.

La foto es sobrecogedora: ocurrió en febrero del año pasado y fue la reacción de un pueblo azotado por la violencia que, harto de sentirse ninguneado, se sublevó ante la pasividad y la inacción de las autoridades venezolanas. La inseguridad y los datos de violencia salvaje que azotan a este país hacen que el 53% de sus ciudadanos afirmen estar a favor y apoyar la ley del Talión: ojo por ojo y tiro por tiro.

La foto es, a todas luces, devastadora. La publicó hace unos días el diario El Universal en una magnífica serie de reportajes en los que está analizando el horror cruento del país: su violencia desatada.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Día electoral

Éste es el edificio que alberga la Asamblea Nacional, a la que concurrían los partidos políticos en las elecciones de ayer. Para nosotros fue un día curioso, pues es la primera vez que vivimos inmersos el proceso electoral de un país en el que no puedes votar pero del que te interesan, y mucho, sus resultados.

Como cada domingo fuimos a desayunar al mismo sitio de siempre, hicimos compras, paseamos por las calles calurosas de Chacao, y pese a lo que nos advirtieron todo fue con absoluta normalidad y tranquilidad. Eso sí, a las cuatro de la madrugada, los seguidores del chavismo se dedicaron a tirar tracas de petardos y cohetes ruidosísimos para despertar a la gente como si fueran toques de diana. Era el llamado a la participación, como dicen aquí. Una hora después Chávez estaba enviando mensajes incendiarios a través de Twitter. Las mesas electorales abrieron a las seis de la mañana y los primeros ancianos hacían colas para pasar por el tortuoso camino de la votación. Se calculaba en seis los minutos que tarda en votar un elector: identificación y acreditación, captación de huella dactilar, selección de los candidatos en las distintas urnas, votación y, finalmente, inmersión del dedo en la tinta indeleble.
Huguito acudió a votar a la una del mediodía con su chándal bolivariano, de la mano de sus hijos y sus nietos, y auguraba ufano una victoria del PSUV y un alto nivel de participación (del 70%), muy superior al 25% de hace cinco años cuando la oposición se retiró en un intento de deslegitimar los poderes del Estado. Chávez espera obtener dos tercios de la Asamblea y profundizar así en el proceso revolucionario socialista-bolivariano, que como volvió a repetir ayer en numerosas ocasiones es el proceso más admirado del mundo, puesto que antepone un modelo utópico inspirado en Bolívar-Lenin-Castro frente al imperialismo reinante, último estadio de ese capitalismo salvaje que nos consume.

Las urnas se cerraron a las seis. Nosotros para no perder las buenas costumbres salimos a cenar a uno de nuestros sitios favoritos, en espera de los resultados finales de estas curiosas elecciones.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Dos conversaciones

Dos conversaciones al vuelo de esta semana:

1. Llamo a la vecina para consultarle unas dudas que tenemos sobre varias clínicas de Caracas. Ella y su marido son médicos, amabilísimos, jóvenes, padres de una niña mofletuda de diez meses que tiene dos ojazos como dos soles. Estamos en su casa y, después de hablar de esto y aquello, mientras yo le hago algunas carantoñas a la niña, la vecina me dice cambiando súbitamente el tono y bajando la voz:

-Este domingo y el lunes será mejor que no salgan de casa. Se quedan ahí, compran su comida y no pisan la calle.

-¿Y eso? -le digo yo-. ¿Los dos días?

-Bueno, las elecciones, ya tú sabes. El domingo porque se vota, y el lunes por ser el día de después. A veces hay balaceras (tiroteos) y es más seguro estarse en casa. Ése es mi consejo que yo te doy.

Yo me callo y miro a la niña: sus ojos son como dos pozos de sabiduría. Después le agradezco la información y me marcho.

2. Voy a desayunar como cada mañana a La Castellana, zona de oficinistas, de compañías multinacionales y de oligarcas opositores. Me tomo una arepa y hablo con mi mesero preferido, Jeyfri.

-Oye, Jeyfri, me han comentado que el domingo es mejor no salir, por lo de las elecciones.

Jeyfri mira a lo largo de la barra. Hoy hay poca gente. Donde yo me pongo estamos solos.

-Sí, es una vaina. Yo no voy a salir. Veré todos los partidos de la Liga por Direct TV… -Hace una pausa y continúa-. Aquí todos los años tenemos elecciones y siempre es la misma cosa. Nunca se sabe, papá.

-¿Y el lunes? ¿También es peligroso?

Jeyfri vuelve a mirar en derredor. Esboza una sonrisa y responde quitándole hierro al asunto:

-Nosotros operamos el lunes como cualquier otro día. No pasa nada.

-Está bien –le digo–, pues aquí estaré.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Plaza de Francia

Esta mañana dando un paseo por Caracas, voy a la Fundación Herrera Luque pero resulta que ha cambiado de dirección. Nadie sabe decirme dónde está ahora. Uno de los vigilantes cree que se han trasladado hacia la zona de Los Palos Grandes, pero no me asegura nada. Tendré que buscarla por mi cuenta. Había quedado con su directora para hacerle una entrevista. Quiere hablarme de su difunto esposo, el psiquiatra y prestigioso novelista caraqueño, Francisco Herrera Luque.

Luego callejeo por Altamira y bajo a la plaza de Francia, emblema de Chacao, uno de los lugares más bellos de Caracas, con su obelisco, su espejo de agua y la fuente azul que se pierde en una pequeña catarata hasta la entrada del Metro. Entro en el Hotel Caracas Palace y desde la planta nueve disparo la cámara: me gusta la Plaza vista desde arriba, su geometría, su disposición, el Ávila al fondo. Cuando bajo, ya hay varias organizaciones políticas montando los tenderetes para dar información y repartir papeletas. Muchas de ellas gastan un tiempo enorme en explicar el sistema de votación (bastante complejo, parece ser).
Por la avenida de Francisco de Miranda, los puestos del PSUV venden alimentos y bebida a precios populares (paquetes de harina precocida, arroz, leche en polvo, tomate envasado), entre cartelones con el rostro de Chávez donde se puede leer "El pueblo pa´la Asamblea" (sic). La gente hace largas colas para comprar a "precios de Revolución", como se lee en un cartel escrito a mano.

Estadísticas

Soy un fanático de los números y las estadísticas aplicadas a la difusión de las noticias y al periodismo de investigación. Descubrí el poder que tienen los números y su utilidad cívica en las clases de José Luis Dader y leyendo los libros de John Allen Paulos (El hombre anumérico y Un matemático lee el periódico). Conservo todavía esa pasión y, por ello, me encanta leer las encuestas al trasluz de los márgenes de error que suelen dejar los números, los recuentos que presentan los organismos oficiales, los sondeos que lanzan los partidos políticos o los estudios que elaboran las compañías.

En la mayoría de las ocasiones, los periodistas en activo andan escasos de tiempo, de ahí que muchos agradezcan la elaboración de estadísticas y la difusión de cifras. El dato estadístico es para el periodista lo que la nota musical para el compositor: la objetividad, la clarividencia, la guía. Es verdad que a veces hay mucha morralla pero, otras, se dan a conocer datos que resultan, sencillamente, avasalladores. Es el caso del Índice Global de Competitividad que elabora el Foro Económico Mundial. El índice, que se presentó hace un par de semanas, mide la prosperidad económica de 139 países teniendo en cuenta, entre otros, factores institucionales, sociales, productivos, financieros y macroeconómicos.

Los resultados son estos: el país más competitivo del mundo es Suiza, seguido de Suecia y Singapur. Según el mismo informe, Venezuela ocupa el puesto 122 y es el país menos competitivo de toda Latinoamérica y uno de los peores del mundo, dada su escasa transparencia, la alta desviación de fondos públicos y el despilfarro del gasto gubernamental, amén de pagos irregulares y sobornos varios (como apunta también el Índice Latinoamericano de Transparencia Presupuestaria).

Por cierto, España ocupa el puesto 42 y Estados Unidos, el número 4.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Limitaciones

Desde que vivimos en Caracas yo no sé la de veces que hemos escuchado lo de “Esto es Venezuela” con ese tono entre caribeño y cantarín, que repiten como a cámara lenta todos los venezolanos para excusarse por las anomalías y las extrañezas generalizadas: “Es-to-es-Ve-ne-sueeee-la” (un poco al estilo del anuncio de Malibú: "Me estás estresando"). La frase va acompañada invariablemente de un gesto característico, que consiste en levantar los brazos y extender las palmas de las manos como cuando uno intenta demostrar que no va armado o que es inofensivo (gesto éste que, por cierto, cincela una y otra vez el querido Presidente en sus alocuciones televisivas y que significa algo así como “Es lo que hay”).

Bueno, el caso es que por vivir aquí nos hemos encontrado con varios inconvenientes que trascienden las fronteras terrestres y afectan a grandes compañías multinacionales y a sus relaciones con Venezuela. Ahí van dos ejemplos: intenté comprar varios libros por Amazon y, oh sorpresa, y al incluir la dirección para recibirlos, salió un mensaje donde me informaban que, debido a problemas con algunos países que no garantizaban unos mínimos jurídicos, no podían atenderme. Entre estos, además de Irán, Irak, Afganistán o la inmensa mayoría de los países africanos, estaba, por supuesto, Venezuela.

Otro ejemplo: ayer pretendía escuchar una canción de jazz de Louis Armstrong y Danny Kaye por Spotify, un servicio gratuito de música digital que da acceso a millones de canciones, y no hubo manera. Después de indagar en la web, descubrí que Venezuela no está incluida en los países que pueden usar este servicio. Qué raro, ¿no? Al final tuve que acudir al socorrido y sempiterno Youtube. Menos mal: http://www.youtube.com/watch?v=jm6ktYq0Yxk&feature=player_embedded

martes, 21 de septiembre de 2010

Obama y el PSUV

A veces, caminando por el centro histórico de Caracas uno se encuentra pintadas en los muros como ésta: Obama vestido de Santa Claus arrojando misiles Made in USA a la cesta de los regalos para Irak o Afganistán, sobre un fondo confuso de colores patrios y llamaradas infernales. En Caracas es habitual ver el arte callejero al servicio de la política y la revolución. Esta pintura no anda lejos del edificio de la Asamblea Nacional, en el casco viejo de la ciudad, junto a la parada de metro del Capitolio.

Y siguiendo con los carteles electorales, he aquí otro del partido oficialista, el de Chávez.
Al principio, creí que anunciaban una óptica o una marca de gafas de pasta o el relanzamiento del hit de Chimo Bayo (¡Uh! ¡Ah!), pero no: es uno de los murales que el PSUV ha elaborado para la campaña legislativa. Que cada uno saque sus propias conclusiones…

lunes, 20 de septiembre de 2010

Cepillados

Desde que amanece hasta que se pone el sol los carritos de los helados pululan por toda Caracas al son de las campanillas que portan en el manillar. Hay dos modelos básicos: el de los carritos blancos (de las marcas Efe –la antigua Espinosa y Fernández– o su competidora Tío Rico –Frigo para nosotros–), y el de los carritos metalizados (de la marca La Escarcha), que venden lo que aquí llaman cepillados o raspados, es decir, granizados con sirope de distintos sabores: parchita, tamarindo, coco, uva, kolita, limón, mandarina, etc.
Pero no hay que fiarse: estos helados frappé, que los oriundos consumen con apetitosa voracidad en las calles calurosas de la ciudad o en las praderas sedientas del Parque del Este, están elaborados con agua del grifo. Y ya se sabe: para los foráneos como nosotros, delicados hombres del primer mundo, estos cepillados constituyen infalibles máquinas de descomponer estómagos y propiciar constantes visitas al baño, además de hacer que por unos días tengas que ingerir dietas astringentes o comidas blandas.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Venezuela is different

Leo en diferentes medios on line y en algunos blogs (entre ellos, el inevitable de Enrique Dans) que la vuelta al cole de los niños españoles está siendo protagonizada, este año, por la Blackberry Curve 8520, el primer smartphone barato del mercado. Según los Departamentos de Seguimiento en Tendencias de Adolescentes, esto es, las hijas de los que constituyen estos Departamentos, como bien reconoce el citado gurú, este modelo está haciendo furor a la salida de las clases y se ha convertido ya en verdadero objeto de deseo entre los adolescentes: un terminal ligero, barato y con buenas promociones en las tarifas de conexión y de datos.

Sigo con detenimiento el debate que se ha generado en la red y la difusión que han dado los medios a esta noticia, y después pienso que es probable que este dispositivo llegue muy pronto a Venezuela, dada la pasión del venezolano por estos cacharros (ver post: “Ese oscuro objeto de deseo”). Pero aquí, en Caracas, de lo que se habla estos días de inicio de curso no es de Blackberrys ni smartphones, sino del retraso inaudito que ha decretado el Gobierno en el inicio de las clases escolares. Éstas tenían previsto iniciarse ayer pero debido a las elecciones del 26 de septiembre en ningún centro educativo darán comienzo hasta el 4 de octubre. Y esto se debe, según la disposición gubernamental, a que las escuelas serán tomadas por los militares desde el próximo martes 21 de septiembre. No quiero pensar para qué, o mejor dicho, no sé pensar para qué. Pero claro, el problema que ha surgido ahora es mucho más casero y elemental que toda la parafernalia electoralista: ¿qué hacen con sus hijos los padres y las madres que trabajan fuera de casa? Pues echarle imaginación: es lo que, veladamente, recomienda el Papá-Estado. Cambiando el viejo eslogan inventado por Fraga en los años sesenta, podríamos decir que Venezuela is different, very, very different.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Carteles electorales

Sigo con atención la campaña electoral de los partidos para las elecciones a la Asamblea Nacional que habrá el próximo 26 de septiembre. La verdad es que si yo fuera venezolano no sabría a quién votar. Es tal el jaleo de partidos, candidatos y denominaciones de unos y otros que el fárrago es tremebundo y mareante. Ya me gustaría ver en acción al pulpo Paul prediciendo cuál de todos ellos ganará. El único partido que tengo claro es el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), el de Chávez, lo que significa que o bien están manejando mejor el lenguaje electoral o bien gestionan mejor sus acciones, sobre todo en la calle.

Cuando camino por las avenidas de Caracas voy haciendo fotos a los carteles que más me llaman la atención, y el que se lleva la palma por su inoperancia y su poca efectividad es el de la foto de abajo: ¿alguien sabría decirme a qué partido pertenece?, ¿es del gobierno?, ¿es de la oposición?, ¿y si es de la oposición, a qué grupo político está anunciando?, ¿corresponde el nombre de la candidata con la foto que aparece en el cartel? (Ese mismo nombre, por cierto, aparece en otros carteles con otros rostros de jóvenes, ancianos y señoras de mediana edad)...

Por cierto, el gesto del dedo no es blasfemo ni ofensivo. Está manchado de tinta y es lo que aquí hacen cuando uno vota. Depositas la papeleta en la urna y luego te sumergen el meñique en el tintero. Es la forma que tienen de asegurarse de que no votas dos veces.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Suspenso a los coles

Leyendo el estudio que ha elaborado Línea Directa sobre la seguridad vial en el entorno de los colegios españoles me encuentro con este resumen: “los principales obstáculos que tienen los escolares en su camino al colegio son las aceras estrechas, los pasos de peatones alejados, los cruces con mala visibilidad y los aparcamientos escasos para vehículos y autobuses. Todas estas circunstancias aumentan el riesgo de sufrir un accidente y un atropello con escolares implicados”.

Al hilo de esto, yo me pregunto: ¿qué estarían dispuestos a dar los padres, autoridades y estudiantes de Caracas por que alguien aquí analizara y denunciara las situaciones de riesgo y propusiera soluciones para mejorar la seguridad vial en los colegios? Si en España los resultados no son satisfactorios y tanto los centros de enseñanza como las Administraciones Públicas deben seguir mejorando, como lo demuestra el informe de Línea Directa, ¿qué deben hacer en Caracas, donde los accesos a los colegios y liceos están en calles como ésta?:
Me hubiera encantado subir esta foto a la página de Flickr que ha elaborado la compañía, pero sólo se circunscribe a España. Si quieres toda la información y tienes algo que denunciar en un tema tan trascendental como es la eduación y la seguridad vial en los colegios, ahí tienes un espacio inmejorable: http://www.seguridadvialencolegios.com/

martes, 14 de septiembre de 2010

Nadal

¡Qué grande Nadal! Sin palabras: afónicos en Caracas.

Pericia, después de todo

El aeropuerto de Maiquetía en Caracas es exiguo y frugal, apenas unos cuantos pasillos y una cafetería desde la que puedes ver las pistas de aterrizaje y despegue y, un poco más allá, la neblina que se enrosca en las olas del mar. Ahí delante están apostados los aviones y avionetas que viajan a Margarita, a los Roques, a Maracaibo, a Valencia o a Mérida, pequeñas aeronaves destartaladas en las que cuando uno sube lo primero que hace es quitarse el nudo de la garganta y después colocarse el cinturón de seguridad. Las junturas de las cabinas no están lo suficientemente selladas como a uno le gustaría, la tapicería de los asientos está desgastada y sucia, el tableteo del despegue es turbador y la velocidad de crucero, ruidosa y acatarrada, como el estertor de una bronquiolitis, algo inaguantable para los oídos atentos y obsesivos del pávido viajero.

Precisamente uno de estos aviones se ha caído cuando cubría la ruta entre Puerto Ordaz e isla Margarita. A bordo iban 47 pasajeros y 4 miembros de la tripulación. Han muerto 14 personas. Podía haber sido peor. Las autoridades alaban la pericia del piloto, quien ha logrado dominar el aparato después de perder el control, y ha evitado estrellarlo contra las viviendas cercanas. Los restos del fuselaje se agolpan y humean en un patio en el que se apilan los bidones y los materiales de desecho, a unos doscientos metros de los galpones, los hangares industriales de la zona y las acerías más próximas.

Cuando uno sube a este tipo de aviones, la memoria, que es muy traicionera, recupera con descaro y excesivo rigor de detalles el abanico de accidentes aéreos que ha visto a lo largo de su vida. En el próximo viaje que queremos hacer tomaremos uno de estos aviones. Será para ir a ver los cayos de Los Roques. Me será imposible quitarme el nudo de la garganta y el carrusel turbulento de las imágenes archivadas, pero me encomendaré con vehemencia a la habilidad y destreza del piloto. ¡Glub!

lunes, 13 de septiembre de 2010

Huelga de hambre

Tendido sobre una silla de mimbre rojo en un galpón de su propiedad, con gesto contrito y bien aferrado con cadenas para que no lo puedan mover, Francisco Alves escucha y mira a los colegas que han venido a mostrarle su apoyo en la huelga de hambre que ha iniciado hace una semana y a los paramédicos que le están atendiendo.

El hombre, empresario de origen portugués, nacionalizado venezolano y con más de veintiséis años en el país, se declaró en huelga de hambre tras haber recibido presiones y amenazas del Instituto Nacional de Tierras para que desocupara sus terrenos. Según el empresario, la funcionaria que lo amenazó le dijo que si era necesario pasarían por encima de su cadáver (ver post “La tierra, para el que la trabaja”).

El terreno que el Gobierno le quiere expropiar está ubicado en el municipio de San Diego, estado de Carabobo, y abarca poco más de dos hectáreas, las cuales figuran, según Alves, como zona industrial y no como zona agrícola, como pretende el Ejecutivo. “Llevo días sufriendo presiones de todos lados de que me van a invadir los terrenos. Hay un consejo comunal que yo llamo consejo criminal, que se ha dedicado prácticamente a quitarme las tierras. Puedo acreditar la cadena titulativa de estas tierras desde hace más de 176 años”. Por eso, este empresario renunció a cualquier tipo de alimentación, para luchar no sólo por su propiedad, sino también, según comenta, para que se respete la Constitución y las leyes del país, y para que todo el mundo se entere de lo que pasa en Venezuela.

Después de una semana de presión en los medios de comunicación y para evitar otro suceso como el del recientemente fallecido Franklin Brito, parece que el INTI ha levantado la medida, pero no descarta expropiarle la finca si el proyecto del ferrocarril finalmente acaba pasando por sus tierras.

domingo, 12 de septiembre de 2010

De Twitter y sus demonios

Hablando de la pasión del gobierno venezolano por Twitter: son ya varias las personas que han sido encarceladas por difundir mensajes a través de esta red social. El rigor, el celo y la profesionalidad con que los informáticos del cuerpo del CICPC (policía científica) buscan, escarban y escudriñan la herramienta del pajarito azul es tal que si pusieran el mismo énfasis en acabar con los homicidios, los crímenes y las armas de fuego ilegales que uno ve sin necesidad de prestar mucha atención, este país sería definitivamente el Paraíso terrenal o al menos una buena sucursal del mismo.

Según el Gobierno, los twitteros son arrestados fundamentalmente por dos motivos: uno, atentar contra el sistema financiero del país al difundir información del cambio paralelo de moneda y otros procedimientos monetarios y mercantiles tan asentados en el uso social venezolano que hasta el perrocalentero de Caracas más despistado lleva en su ADN (información, por cierto, que en el mismo aeropuerto te dan y ofrecen los porteadores de equipajes, el personal de Maiquetía, los taxistas y si te descuidas hasta los propios empleados públicos).

Y, el segundo motivo: instigar al magnicidio. El último twittero encarcelado por este asunto ha sido esta semana: un ingeniero de 27 años que trabaja para la Electricidad de Caracas (EDC), filial de la Corpoelec. Según el comisario que compareció en la televisión, el presunto magnicida habría instigado al asesinato del presidente “colocando una foto de Chávez con heridas en el rostro y ordenando cómo se podía hacer el magnicidio”.

Después de pasar un par de días con sus noches correspondientes en el calabozo, el presunto conspirador de 27 años ha sido liberado, visiblemente agotado y debilitado, y por lo visto maltratado en los calabozos, según cuenta su abogado en los periódicos locales, después de que se le decomisara y analizara hasta la extenuación “un teléfono inteligente (sic) y una computadora portátil, que seguirá siendo sometida a experticias”.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Paraíso Express

Hace poco escuchaba una ponencia de Bill Tancer, experto en comportamiento de medios online, donde hablaba de la fugacidad de las redes sociales y la necesidad de las empresas de ir adaptándose a los nuevos entornos. Según los datos que manejaba, Twitter ya está empezando a dejar de ser la herramienta de moda en la comunicación de mensajes cortos desde el pasado mes de junio en Estados Unidos (supongo que fruto del efecto mariposa este decaimiento llegará a España dentro de uno o dos años). Y ponía más ejemplos: la pérdida de liderazgo de Google Videos o Youtube frente a nuevos competidores, o el auge meteórico de Facebook que, según el mismo experto, caerá con la misma facilidad con que ha subido, es decir, sin esfuerzo. Es lo que tienen las modas.

Pero todo esto parece importar poco en el ajetreado día a día de los famosos y los políticos, que se han subido al carro de la comunicación online con el mismo énfasis pasajero con que se suben a otras modas (la filantropía, las donaciones, las fundaciones, etc), y así descubro que Venezuela está inmersa en un enfrentamiento twittero entre el cantante Alejandro Sanz y el presidente de la República, ambos usuarios compulsivos de la herramienta del pajarito azul. Por lo visto, el cantante ha enviado un mensaje pidiendo permiso a Chávez para cerrar su gira Paraíso Express en Venezuela: “¿Me da su palabra de que no le pasará nada ni a mi público ni a mi gente ni a la empresa ni a mí? Si usted da permiso y nos da su palabra de que nada va a pasar yo cierro mi gira en Venezuela. Usted tiene la palabra”.

La polémica entre ambos viene de hace dos años, cuando el cantante suspendió el concierto previsto en Caracas por unas declaraciones que hizo en contra de las políticas de Chávez. De hecho, Sanz fue declarado persona "non grata" después de asegurar en reiteradas ocasiones que odiaba a Chávez por ser un “dictador que elimina todo aquello que no le gusta”.

Mientras tanto, Huguito no se ha pronunciado en su cuenta de Twitter y todos esperamos con entusiasmo la respuesta que dará al cantante español. Es una pena que, según los expertos, Twitter esté empezando su declive. Es tan divertido ver cómo los famosillos se tiran los trastos en tan sólo 140 caracteres…

viernes, 10 de septiembre de 2010

Onda tropical

Me escribe mi hermano desde Zagreb, Croacia, diciéndome que ha visto en la CNN el pronóstico del tiempo y dan lluvias para Caracas. Yo le respondo que no llueve, sino que diluvia, que está cayendo un aguacero de los grandes, fuertes tormentas que, como ayer, duran todo el día, populosas cortinas de agua que impiden ver lo que hay al otro lado de la calle, carreteras desbordadas por un mar inesperado de lluvia y unas alcantarillas (o mejor dicho, unos elementales desagües o drenajes) tan incapaces de succionar tantos litros por metro cuadrado que literalmente no dan abasto. De hecho, el río Guaire, que es un poco como el Manzanares de Madrid, ya que atraviesa la ciudad como una cicatriz fluvial, está en niveles críticos, y ha llegado a desbordarse en zonas humildes como Petare o La Pedrera, provocando deslizamientos e inundaciones de viviendas. Las fotos que publican los periódicos tienen el cariz de los desastres naturales: montones de bomberos, con sus chubasqueros amarillos y sus botas de goma, afanándose por achicar el agua, con un fondo de casas mugrientas, portales embarrados y vecinos desolados.

Los expertos pronostican que las precipitaciones van a continuar durante todo el mes de septiembre, ya que estamos en la época de las lluvias, época que aquí en el trópico se caracteriza por fuertes aguaceros, chaparrones intensos, fuerte actividad eléctrica e incluso caída de granizo. Lo mejor es que, cuando pasa la onda tropical, luce el sol con fuerza, el agua se evapora y volvemos, como por arte de magia, a los agradables y relativamente húmedos treinta grados, como si nada hubiese pasado.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El barniz de lo superfluo

Esta vez el viaje se nos hace corto, a pesar del retraso en la salida del avión y las nueve horas de vuelo. Hablamos de lo raro que resulta tener y habitar dos casas en ciudades separadas por más de siete mil kilómetros de distancia, y lo extraño y curioso que resulta vivir todo un año en un verano perpetuo. Ocupamos los asientos de la fila diez, junto a la puerta de salida, los más amplios y cómodos de todo el avión. Enfrente de nosotros se sienta un azafato de Iberia, serio, rígido, muy ocupado y muy profesional. Cuando estamos a punto de aterrizar, hablamos con él: lleva volando quince años a Latinoamérica y doce a Caracas. Nosotros le resumimos nuestra historia. Al cabo de un rato, se anima y nos dice:

–¿Saben una cosa? –pregunta bajando la voz y adelantando el cuerpo hacia nosotros. No quiere que le oigan los venezolanos que van en el vuelo–. Llevo doce años viniendo a Caracas y nunca, en todo este tiempo, he salido del hotel. Es una ciudad que ha ido de mal en peor, y no tengo el menor interés en ver nada… Es tan insegura –dice dejando resbalar su mirada por los asientos delanteros del avión, como para asegurarse de que en efecto nadie le está escuchando-, es quizá la peor ciudad de toda Latinoamérica, al menos para mí.

Después nos sigue contando cosas de otros lugares: Río de Janeiro, Buenos Aires, La Habana, Santiago de Chile y haciendo comparaciones entre unos y otros. Cuando nos despedimos, nos desea mucha suerte con su tono serio, rígido y muy profesional.

El dispositivo de seguridad que nos espera nada más bajar del avión nos conduce por el mostrador diplomático y muy pronto dejamos atrás los controles farragosos de los militares armados. Con nosotros, vienen dos compañeros nuevos, que se incorporan al proyecto de la obra. Uno de ellos ya conocía Caracas, estuvo aquí quince años antes, con otra empresa. Mientras subimos hacia Caracas y dejamos a nuestras espaldas el aeropuerto de Maiquetía, comienzan a aparecer los barrios y las favelas en las laderas de las montañas. La entrada a la ciudad resulta más rápida de lo habitual y misteriosamente no hay tráfico. El que había estado hacía quince años, después de estar observando a través de los vidrios tintados del coche que nos transporta, comenta asombrado:

-Madre mía, esto está desahuciado.

Sin embargo, esta vez a mí no me impresiona tanto. Se ve que uno se habitúa incluso a lo destartalado y a la aridez de la miseria. Es más, noto ciertas mejoras (eso sí, en el centro de la ciudad, no en los barrios): han surgido obras nuevas, están remozando calles, han puesto semáforos en los cruces imposibles, están podando las frondas de los mangos, pintando los pasos de cebra, adoquinando algunas aceras, coloreando las fachadas de las barriadas con los colores de la bandera nacional. Después de todo, hay elecciones en un par de semanas y, como ocurre en todos los sitios, hay que ganar votos hasta el último momento. Una buena forma de hacerlo es, como siempre, recurrir al barniz de lo superfluo y lo accesorio.