El día que nosotros vamos está nublado y medio lloviznando, con lo que resulta una buena opción para ver la exposición que contiene. Se trata de la historia del petróleo de Venezuela y de la OPEP, la Organización de Países Exportadores de Petróleos, ese conglomerado de pueblos dispares unidos por el oro negro que, cuando las cosas les van mal, se dedican a presionar los precios al alza para fastidio del resto del mundo. La exposición tiene un marcado cariz ideológico, contraponiendo en todo momento la gestión y la explotación del petróleo antes y después de la revolución bolivariana.
Lo más interesante, sin embargo, es la historia de La Estancia y su entorno: sus edificaciones de estilo colonial, sus caballerizas, sus patios amplios, sus grandes ventanales de madera, sus galpones donde se conservaba el grano y, por supuesto, sus esplendorosos jardines que rodean la finca. Pero también los sótanos y los túneles que comunicaban la hacienda con el resto de la ciudad, de norte a sur y de este a oeste, donde, según nos cuentan, vivían y morían los esclavos, en esas oquedades subterráneas, húmedas y más bien atroces.
¿La familia de Simón Bolivar tenía una hacienda de café? Que burgueses... Si fuera hoy se la expropiarían, ¿No?
ResponderEliminarCon este gobierno, nunca se sabe. Lo mismo justificarían que los próceres necesitan propiedad privada, pero no así el resto de oligarcas, terratenientes y demás escuálidos... La verdad es que es curioso, porque Simón Bolívar y su familia eran de alta alcurnia, qué paradójico es todo !O_O!
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