miércoles, 30 de junio de 2010

Alimentos en mal estado

Desde hace unas semanas Venezuela vive inmersa en una polémica, no agria sino más bien miserable e infausta, ya que detrás de ella se atisba un colosal delito de corrupción política y burocrática: resulta que están apareciendo toneladas y toneladas de alimentos descompuestos, caducados y en mal estado en hangares, puertos, containers y dependencias que controlan la todopoderosa PDVSA (Petróleos de Venezuela) y PDVAL (Producción y Distribución Venezolana de Alimentos).

Se calcula en 122.000 toneladas los alimentos en mal estado que se han ido descubriendo, poco a poco, en los almacenes custodiados por el gobierno. La razón no está muy clara, pero las explicaciones se centran en torno a la importación de alimentos. El tema es que hay indicios de que funcionarios venezolanos y cubanos compraron en Estados Unidos alimentos con fechas de vencimiento muy próximas a la compra, lo que les permitió abaratar los costes de manera notable. Como luego estos mismos funcionarios –generalmente a través del ejército o de las comunas socialistas– son los que reparten los alimentos, al maniobrar de esta forma lo que consiguen es embolsarse comisiones millonarias en sus probos y humildes bolsillos obreros (todo ello “presuntamente”, claro, hasta que se demuestre lo contrario).

Hay que recordar que en Venezuela se importa prácticamente todo. La producción propia es escasa y, cuando existe, resulta deficitaria o insuficiente. En el caso de las importaciones agroalimentarias, éstas han pasado de 3.600 millones de dólares en 2007 a 11.000 millones en 2009. Es fácil imaginar lo que se han podido embolsar esos funcionarios gracias a los alimentos traspapelados, ocultos o silenciados entre el polvo de los hangares, la mirada avara de los roedores y la voracidad insaciable de las bacterias.

Como es lógico en estos casos, el gobierno ha intentado minimizar el problema de los alimentos dañados, afirmando que la cantidad encontrada representa una mínima parte de lo que el Estado importa cada año para comercializar a precios bajos a través de las redes de Mercal y PDVAL. El tema es que con esas miles de toneladas hubieran comido miles y miles de ciudadanos, que tanto sufren para conseguir, precisamente, esos alimentos, que ahora han aparecido descompuestos en almacenes siniestros. Ay, esa leche, ese aceite, ese arroz, esa harina, ese azúcar, esa carne…

martes, 29 de junio de 2010

Quinceañeras

La sociedad caraqueña responde muy bien a los arquetipos.

Sin clase media, hay pobres o muy pobres (generalmente los que apoyan al gobierno socialista-bolivariano-leninista) que pasan sus vidas en las favelas del extrarradio de la ciudad, entre chabolas miserables construidas con ladrillos, calamina, uralita y plásticos, descreídos del furibundo capitalismo que, en los años anteriores del acceso del chavismo al poder (el gobierno de Carlos Andrés Pérez, sobre todo), los maltrataba y los relegaba al inframundo, a pasar hambre y necesidades de todo tipo, y que, ahora, con la revolución bolivariana, sienten que han pasado a ser, al menos por un tiempo, el centro del discurso político y los beneficiarios de ciertas medidas populistas (como la entrega de viviendas gratuitas, los vales para la comida, una asistencia médica mínima, los frigoríficos socialistas, los programas comunales de educación, etc).
Y los hay ricos o muy ricos (por lo general, los que se oponen al modelo utópico-cubano-troskista del comandante en jefe del estado) que ven en el modelo liberal la normalidad necesaria para desarrollar una sociedad meritocrátricamente más justa y, en consonancia con los tiempos que corren, más asentada en el omnipresente y siempre seguro poder del dinero, y que son los que viven en el centro financiero de la ciudad, en los barrios de Chacao, en los lujosos apartamentos de Altamira y La Castellana, y los que asisten a los Country Club, a los restaurantes de los hoteles, a los conciertos del teatro Teresa Carreño y a las lujosas tiendas de algunos centros comerciales. Estos (los ricos) son también quienes aparecen en las secciones de Vida Social de los periódicos, para envidia, descreimiento o simple resignación de los menos favorecidos. Son también quienes, con una ostentación casi obscena, celebran y propagan la desmesura de los cumpleaños de sus hijas, quinceañeras que celebran por todo lo alto su “ingreso en sociedad y su paso a la madurez”.

Hace unos días charlábamos con unos venezolanos que nos hablaban de una tradición que está a medio camino entre la cutrería inspirada en las fiestas de Hollywood y el melodramatismo sensiblero de los culebrones venezolanos.

Por lo visto, las chicas que cumplen los quince celebran fiestas ostentosas, en las que el presupuesto familiar se dispara, y donde la rama femenina de la familia –madre y hermanas– dedica más de seis meses a preparar tan magno evento. Nos dicen que una de estas fiestas puede costar entre 30.000 y 80.000 bolívares (esto es, entre 10.000 y 25.000 euros, según el cambio oficial).

Las chicas, que llegan en Hummer, son escoltadas por cadetes y bailan el Danubio Azul, celebran su socialización a lo grande. Invierten fortunas en vestidos de lujo –de telas románticas y cortes clásicos–, contratan bailarines que hacen coreografías especiales, imprimen sus fotos en carteles tan grandes que podrían ponerse en las vallas de las autopistas. Los ambientes son decorados con globos, estrellas, confetis, alfombra roja, todo muy chill-out y muy lounge, como mandan los cánones estéticos actuales, con sillas de diseño y luces multicolores para la pista de baile.

Este ambiente naif, frívolo y hollywoodiense es el que florece entre la alta sociedad caraqueña, que, como bien corresponde a su arquetipo, vive alejada –o por lo menos con los ojos tapados– a la otra realidad del país, la del racionamiento, los barrios y los salarios mínimos (150 euros) más complementos alimenticios.

Como decía una venezolana, muy ufana ella, “todo sea por hacer realidad las ilusiones de las niñas”.

lunes, 28 de junio de 2010

Santa Teresa

A poco más de 80 kilómetros de Caracas está la Hacienda Santa Teresa, la productora artesanal donde se elabora uno de los mejores rones del mundo, el ron Santa Teresa, claro está. Enclavada en medio de los valles del estado de Aragua, la Hacienda está rodeada por la frondosa vegetación y el clima típicamente tropical (mucho calor y lluvias intermitentes por el día, y noches más bien frescas), que son propicios para que las cañas de azúcar se propalen con una facilidad casi mágica y hacen que el ron, una vez envejecido en las barricas y los toneles de madera de roble, adquiera ese color ámbar tan característico y tan dulcemente apetecible.

La Hacienda fue levantada en 1796 por el conde Tovar y allí, a lo largo de más de doscientos años, el proceso de elaboración y destilación del ron ha mantenido su componente artesanal. Baste decir que los barriles los siguen haciendo a mano tres empleados. Cada uno de ellos es capaz de ensamblar cien barriles al día. La producción de las bodegas es asombrosa: 100.000 litros de ron diarios, y es uno de los productos por los que Venezuela es conocida en el mundo entero. Tiene sus competidores –Cuba, República Dominicana, Jamaica y Puerto Rico– pero en este terreno sí se puede decir que Venezuela está a la cabeza.
Allá nos fuimos el sábado un grupo de quince personas, y allá pasamos el día entre las degustaciones de rones (el gran reserva, el selecto, el solera, el orange, el coffee), los paseos por la espectacular hacienda de origen colonial y los intensos olores del alcohol destilado por los imponentes alambiques que salpican los almacenes de la finca. Después de un curso de cata de rones, que no hizo sino confirmar lo que ya sabía, esto es, que el ron es la mejor bebida alcohólica que existe –una pena tanto azúcar–, nos fuimos de allí con un certificado de catadores semi oficiosos y con una retahíla de anécdotas curiosas sobre el origen, la elaboración, el envejecimiento y, sobre todo, la (rica) cata del ron más añejo del mundo.

viernes, 25 de junio de 2010

Polar (III)

Después de varias semanas y con el plazo ya cumplido según lo que habían estimado, el globo de Pepsi ya está a la mitad de su desmontaje. Pese a que la compañía, perteneciente aquí a al grupo Polar, sostiene haber pagado los impuestos y los seguros necesarios para mantener el icono que se alza en medio de las torres de Caracas, la alcaldía ha comenzado a desmantelar el globo, eso sí, sin presentar los informes técnicos oportunos del procedimiento (ver post "Polar"). Pepsi advierte de que hay serios riesgos para la estructura del edificio y para los viandantes que pasean por la Plaza de Venezuela. Veremos si no nos encontramos con algún muerto o herido en la batalla -política- contra el símbolo de la oposición al gobierno. El caso es que, una vez más, el poder se sale con la suya.

Por lo demás, aquí ayer fue festivo. No sabemos muy bien qué se celebraba. Según preguntases a un venezolano o a otro, la conmemoración podía ser la batalla de Carabobo, el vitalicio de Simón Bolívar o el aniversario de la independencia de España. Da igual, tuvimos fiesta. Lo mejor de todo es que algunos caraqueños decidieron cambiar ellos mismos el día festivo, y trasladarlo del jueves al viernes, "así tenemos un puente en condiciones", y fueron a trabajar ayer jueves (ejem, ejem) y hoy se lo tomarán de asueto. Pues eso, como nos dicen todos aquí: "Esto es Venezuela, mi chamo".

jueves, 24 de junio de 2010

Trueque

Chávez, que se siente un elegido y un visionario, tiene la opinión de que rema contra viento y marea en un mundo dominado por el infame capitalismo. Él sostiene que uno de las mejores cosas que ha aprendido de Fidel y la revolución cubana es que la transición económica del modelo capitalista al socialista ha de ser lenta, sin prisa pero sin pausa. Ahí se equivocó Fidel, pero él no va a tropezar en la misma piedra. Así que en ese proceso de transformación económica que está llevando a cabo –nacionalización de bancos, cementeras, eléctricas, telecomunicaciones; desposesión de las tierras a sus dueños; eliminación de la división del trabajo; instauración de comunas para el aprendizaje, la cura de enfermos y el reparto de alimentos, etc– ahora profundiza un poco más y legaliza un concepto que yo creía que ya sólo se daba entre los chavales que cambian los cromos del Mundial: el trueque.

Era lo que le faltaba a una sociedad cada día más empobrecida y más desnortada. No sólo tienen que ver cómo los alimentos escasean en los anaqueles de las tiendas (sigue sin haber leche de forma habitual, a lo sumo encuentras leche en polvo) o hacer largas colas para comprar la comida con los cheques que les entrega el gobierno (un cupón que complementa el salario medio base, que ronda los 150 euros), sino que ahora, para apuntalar la sobrada y a todas luces solvente productividad venezolana, van a poder cambiar, por ejemplo, alimentos por conocimiento, es decir, te cambio la rueda de la bici y tú me das un kilo de patatas o me arreglas la suela de los zapatos y yo te cuento el cuento de las mil y una noches, por poner un caso.

La ley, que se aprobó ayer, es más fina, claro: “Se instaura el sistema económico comunal como el conjunto de relaciones sociales de producción, distribución, intercambio y consumo de bienes, servicios y saberes, desarrolladas por las comunidades bajo formas de propiedad social al servicio de sus necesidades de manera sustentable y sostenible”. Y como colofón se retoma la legalidad de las monedas comunales, o sea, los billetes del monopoli a los que yo, gobernador del Banco Central de Venezuela, otorgo carácter legal de circulación y establezco su paridad con respecto al bolívar, porque me da la gana.

Esto me recuerda la comuna que hay en Copenhague y que se llama Christiania, una especie de falansterio en mitad de la ciudad, con sus escuelas comunales y sus centros médicos, donde no hay jerarquías ni prevalencias de ningún tipo, y donde se inventaron una “moneda” de curso “legal” para uso único de su recinto y que, tras denodadas peleas y enfrentamientos con el partido conservador danés, ha mantenido su vigencia en el centro mismo de la Europa capitalista y liberal. Claro, que para mí hay una diferencia con respecto a Venezuela, y es que los que van a vivir a Christiania lo hacen por voluntad propia y se acogen a ese sistema porque sí. Por lo que nosotros vemos aquí, no tengo tan claro que los venezolanos estén tan contentos de seguir recuperando modelos económicos tan sofisticados como este del trueque comunal.

miércoles, 23 de junio de 2010

Banco Federal

El futuro del Banco Federal aún no está claro, pero todo apunta a que pasará a formar parte de la red de banca pública, junto al Banco de Venezuela (el antiguo Banco de Santander, que Emilio Botín vendió hábilmente a mediados de 2009 antes de que se avecinara todo el proceso de devaluación de la moneda y la entrada en recesión del país) y el Banco Bicentenario.

Por lo que va trascendiendo parece ser que las cuentas del Federal tienen un problema de liquidez bastante grave. Por resumirlo someramente, el riesgo estriba en que los depósitos que los clientes tienen colocados a la vista en el banco, es decir, dinero que puede abandonar el banco en cualquier momento, es por valor de 3.500 millones de bolívares (unos 1.200 millones de euros), mientras que los activos líquidos que permiten atender estas exigencias se estiman en 920 millones (300 millones de euros). Las cifras arrojan, por tanto, un desequilibrio de 2.580 millones de bolívares. Para hacer frente a esta situación, justo antes de la intervención, la directiva del Federal recurrió al dinero colocado en la cuenta del Banco Central, esto es, dinero congelado en depósitos que no pueden ser prestados y que deben mantenerse en el Banco Central como garantía de liquidez. Cuando una entidad financiera toca estos recursos inmediatamente se encienden las alarmas. Esto fue lo que provocó la intervención del banco el pasado 13 de junio (ver post "De regreso").

Como es lógico, la batalla financiera se ha transformado en batalla política. Mientras la oposición pone en duda las intenciones ocultas del Gobierno, éste asegura que ha actuado diligentemente velando por los intereses de los clientes. Va cobrando fuerza también la tesis de que el banco pase a formar parte de la banca pública. El Gobierno ha anunciado que garantizará el dinero a través del Fondo de Garantía de Depósitos que, según los cálculos oficiales, daría cobertura al 96% de los clientes del Federal, ya que cubrirían hasta un tope de 30.000 bolívares fuertes (10.000 euros en el mercado oficial; entre 2.500 y 3.000 euros en el mercado negro, según la cotización del día).

El sistema financiero público de Venezuela controla casi el 27% de los depósitos del país, lo que le otorga al Estado una presencia en el territorio nacional relevante, con más de 740 agencias. Esto le permite concentrar la administración de los recursos de los ministerios, las gobernaciones y las alcaldías. Veremos si finalmente el Federal pasa a engrosar esa red de la banca pública o si lo liquidan por mal manejo de los recursos.

martes, 22 de junio de 2010

Pócimas mágicas

Aquí el que no se cura es porque no quiere. No paramos de ver multitud de productos con asombrosos poderes curativos que te venden en farmacias, parafarmacias, colmados y, si te descuidas, hasta en las entrañables y siempre bulliciosas luncherías.

Algunos de estos productos se anuncian en prensa, en radio y en televisión (ver post "Vitality"), otros son mejunjes esotéricos o sencillas bebidas autóctonas. Es el caso del cocuy, un licor ideal para combatir la diabetes, por ejemplo. Elaborado con alcohol destilado de 56 grados, el cocuy es una bebida transparente, de olor muy fuerte, que según los habitantes de los estados de Lara y de Falcón, es el remedio ideal para la artritis y la diabetes. “Si no la cura, al menos el paciente mejora sustancialmente”.

El licor se prepara con el alcohol, semeruco (un cítrico parecido a las cerezas), uvas pasas, piel de melocotón, chuchuguaza (una planta medicinal), corteza del palo de arco, nuez moscada, ramas de ponsigué, carne de culebra ciega y azúcar. Vamos, ideal para los diabéticos. Entre la fructosa del semeruco y la glucosa de las uvas pasas y el azúcar, los ingredientes perfectos para mantener a raya la diabetes. Un paisano, que ha hecho unas declaraciones interesantes a El Nacional, comenta que es diabético desde hace dieciséis años y que “desde entonces lleva tomando cocuy de penca”. Su organismo funciona bien consumiéndolo y su médico lo ha aceptado, y añade: “Sinceramente mantengo controlado el azúcar. En mi carro (coche) siempre llevo una botellita, igual que en casa”.

Además de la diabetes, el cocuy añejado mejora ciertas dolencias óseas, las picaduras de los animales como escorpiones y serpientes, cura la viruela, depura los riñones, disminuye las afecciones respiratorias, y lo mejor de todo, eleva la libido sexual. Según los propietarios de una de las tiendas que lo venden en el interior del país, “turistas de toda Europa se llevan cajas enteras para obsequios, comercialización y consumo propio”. Y apuntan: “Quisiéramos exportarlo nosotros. Es un proyecto que tenemos y ojalá que el Gobierno nos facilite el trámite”.

lunes, 21 de junio de 2010

Gustavo Dudamel

A ver, pregunta de culturilla general o, en su defecto, de concurso televiso. Por mil bolívares, dígame personajes relevantes del mundo de la cultura venezolana. Un, dos, tres, responda otra vez… Tic, tac, tic, tac… Boris Izaguirre, Ivonne Reyes, Carolina Herrera... Tic, tac, tic, tac… Simón Bolívar (claro), Rómulo Gallegos, Uslar Pietri… tic, tac, tic, tac, Alberto Barrera Tyska, Francisco Suniaga, Gustavo Dudamel. Piiiiii… Tiempo, mil bolos para el concursante.

Salvo los tres o cuatro primeros, probablemente el resto de los nombrados sean dignos desconocidos para los españoles y quizá de forma especial el último, Gustavo Dudamel. Sin embargo, a día de hoy, éste es quizá el mayor símbolo de la cultura venezolana actual y su proyección mundial no hace más que crecer.

Hace unos días, paseando por Los Ángeles, en Bunker Hill, nos topamos con el edificio que Frank Gehry, el arquitecto del Guggenheim de Bilbao, levantó en el año 2003 para albergar la orquesta filarmónica de Los Ángeles (en la foto). Allí triunfa Gustavo Dudamel, director de orquesta venezolano de apenas veintinueve años, que empezó a tocar el violín con diez recién cumplidos, y que a los veintitrés ganó el Premio de Dirección Gustav Mahler de Alemania. Su carrera musical está jalonada por un vertiginoso currículum de éxitos en todo el mundo. Hace tan sólo unos meses lo nombraron director de la prestigiosa orquesta filarmónica de Los Ángeles, quizá la más importante de los Estados Unidos, y su reputación de “maestro” se ha consolidado definitivamente.

Ahora, Dudamel acaba de arrasar en una interpretación de la Sinfonía nº 4 de Tchaikovksy en Moscú, nada más y nada menos que en el Tchaikovsky Concert Hall. El público ruso, uno de los más exigentes con las interpretaciones de esta pieza, ovacionó durante más de quince minutos a los músicos que componían la orquesta sinfónica Simón Bolívar de la Juventud Venezolana que fue dirigida por Dudamel. La orquesta parte ahora para Varsovia donde será dirigida nuevamente por el que es considerado ya como una de las mayores aportaciones venezolanas de todos los tiempos al mundo de la cultura. No estaría de más quedarse con su nombre. Nunca se sabe si saldrá en una de esas preguntas de los concursos televisivos. Tic, tac, tic, tac.

viernes, 18 de junio de 2010

Miss Venezuela

Ser el presidente del certamen Miss Venezuela es, en este país, algo así como ser Dios. Puedes salir y hacer unas declaraciones de lo más groseras y, si te apetece, hasta despreciativas respecto a las concursantes. Nadie te va a decir nada. Está en juego el prestigio del país. No en vano las mujeres venezolanas son asiduas ganadoras del concurso Miss Universo. Así que siendo el presidente de Miss Venezuela puedes aparecer ante los medios diciendo cosas como que las chicas para el certamen de 2010 ya están “casi” seleccionadas, “aunque deben andarse con mucho cuidado y saber moverse por la cuerda floja ya que están fijas entre comillas, pero si fallan las saco”. Osmel Sousa, el presidente, ha dicho que en esta lista “casi definitiva” –a falta de que al señor le satisfagan todas las candidatas– hay de todo: una que iba para futbolista, otra que iba para monja, una motociclista, una funcionaria, etc.

El presidente no ha desvelado el número de chicas que competirán en el concurso. Se guarda el as en la manga y juega al despiste: “Es probable que sean quince, pero tal vez entren más, todavía tengo que hablar con Joaquín”. No sabemos quién es Joaquín, pero suena como si fuera el colega de toda la vida, con el que se reúne en una sala a darse codazos mientras dicen “tú sí, tú no”.

En un país que idolatra la belleza, reducida toda ella a la exuberancia de sus pechos operados, el presidente se permite añadir: “Son buenas candidatas todas. De este grupo, hay cinco que hablan bien inglés, aunque para mí eso no es lo importante. Stefanía no habla ni papa y ganó”.

Un último dato, el concurso se celebra el 28 de octubre y ya hay una favorita, la representante del Distrito Federal, Jesica Barboza, quien intentará arrebatar la tiara a Marielisa Gibson, la actual Miss Venezuela (en la foto). Para ver al resto de las candidatas no os perdáis la web: http://www.missvenezuela.com/
Seguiremos informando...

jueves, 17 de junio de 2010

El muro

Ayer por la mañana Caracas parecía una réplica de las calles españolas. Los coches lucían banderolas españolas en las ventanillas, la gente llevaba gorras y camisetas de la selección. Probablemente ninguno sea español, pero lo más lógico es que sean descendientes de españoles. Y los que no lo son, tampoco les importa, apoyan a España, son fervorosos seguidores de nuestro fútbol. Cerca de casa, en el Centro San Ignacio, a las ocho de la mañana (aquí el partido empezó a las nueve y media de la mañana) había un bullicio que parecía el de las inmediaciones de la plaza de Colón en Madrid. Cientos de personas con el rostro pintado de rojo y amarillo, con camisetas de Villa y de Torres, con banderas, apiñadas en torno a una gran pantalla de televisión. Los periódicos de aquí nos daban vencedores seguros, hablaban del show de España, del despliegue, de una hipotética goleada, pero ponían una advertencia, el muro de la defensa de Suiza. Y así fue, un muro infranqueable. Toda esa gente se fue a casa también un tanto desilusionada, pero repetían una y otra vez el mismo comentario: esto no ha hecho más que empezar.

miércoles, 16 de junio de 2010

De regreso

De regreso a Caracas, todavía aturdidos por el desfase horario del vuelo, quedamos con un venezolano. Le preguntamos qué tal van las cosas por aquí y lo primero que nos dice es “Bueno, como siempre. Ahorita mismo acaban de intervenir el Federal, hace tan solo media hora”. Abrimos los ojos como platos. El Banco Federal es la cuarta entidad financiera del país, por detrás del Provincial (BBVA), el Mercantil y Banesco. Casi nada.

Según vamos al restaurante a comer, vemos gente agolpada en las sucursales de la entidad. Hacen cola, revolotean alrededor de los ventanales de la oficina, miran adentro, sus caras son aturdidos signos de interrogación. Como es lógico, la gente está intentando retirar sus ahorros. Pero no se puede. El Gobierno lo ha intervenido con una curiosa modalidad denominada “a puertas cerradas”. Esto es, han cerrado las 153 sucursales del banco, que ahora no pueden atender a sus clientes quienes, a su vez, tienen que esperar a que se decida si liquidan la entidad o la rehabilitan para saber qué pasa con su dinero. Como venimos de Las Vegas, nos da por apostar: 100 a 1 a que liquidan el banco. Es apostar sobre seguro. Un dato que avala esta certeza: el presidente del Banco Federal es uno de los accionistas de referencia de Globovisión, el canal de televisión opositor al Gobierno.

Aparte de eso, la emoción del Mundial es el otro gran tema en Venezuela. Hace más de tres meses pedimos el canal de pago por visión que se llama Direct TV, algo así como el Plus de España, para poder ver el Mundial íntegro por ahí. Nos dijeron que nos lo instalaban esa misma semana pero, tras varias llamadas, les fue imposible hacerlo. Eso fue en el mes de marzo. Desde entonces todas las semanas llamábamos y todas las semanas nos daban la misma respuesta: "Pues claro, mi chamo, esta misma semana se lo instalamos".

Al final el técnico vino ayer. Menos mal, un día antes del partido de España. Tardó hora y media en colocar un cable y sintonizar el receptor. Me gastó un bote de lavavajillas (sí, de mistol) para meter el cable por el tubo que viaja del rellano hasta la casa. De vez en cuando, se paraba y se ponía a mirar el partido de Brasil conmigo. Hacía un comentario, se ponía de nuevo a la faena, volvía a mirar la tele, cantaba los goles de Brasil. Intentó cobrarme 250 bolívares adicionales por no sé qué excusas del trabajo tan concienzudo que había hecho, que los trabajadores estaban esclavizados y que la empresa no era justa con ellos. Le dije que eso mismo se lo explicara a su jefe, a ver qué le decía. Refunfuñó algo de su contrato y lo esclava que era su empresa. Me pidió un trapo para limpiar sus aparejos, unos alicates y un martillo porque se le habían olvidado, pasó al baño a asearse después de haber acabado el trabajo, dejó la toalla hecha unos zorros, y, al final, con una mirada que yo interpreté de desafío, me dijo:

-Sabes qué, el Mundial lo va a ganar Brasil.

Cuando le acompañé al ascensor me fijé que en su muñeca llevaba una pulsera con los colores cariocas. Yo le dije:

-Puede ser, chamo, pero ojito con España que venimos pegando fuerte, y tenemos mucho hambre.

Pues eso. ¡A ganar!

miércoles, 2 de junio de 2010

Me voy del país

Con este reclamo se anuncian muchos empresarios en los periódicos venezolanos: "Me voy del país". Venden sus negocios, liquidan sus galpones, cierran sus establecimientos, se deshacen de sus productos, acaban con sus stocks, traspasan a sus empleados. Se largan en definitiva. Hoy, para demostrar que no todo va mal en Venezuela, o como muestra de optimismo o si se quiere como cierto despiste, este anuncio (lo transcribo tal cual viene):

“Oportunidad de Negocio

Empresa mexicana líder en productos infantiles está en búsqueda de un
$$ Socio Capitalista $$

Que pueda apoyar la expansión a Sud América y Venezuela. (…) Para más información visite nuestra página web o si es de su interés favor de enviar información a nuestro correo o comunicarse para entrevista personal al teléfono 909 7111, Hotel Tamanaco, Habitación 379”.

O estos no se han enterado de qué va la vaina en Venezuela o están tan inmersos en su día a día mexicano que ni saben dónde se están metiendo. Lo dicho, unos optimistas.

Sirva el título del post también para deciros que nos marchamos a Estados Unidos, “hogar del enemigo” como dicen aquí, hasta mediados de mes que será cuando retome de nuevo el blog. Lo mismo hasta venimos casados de Las Vegas, eso sí, en una ceremonia oficiada por Clint Eastwood. Muchos abrazos a todos…

martes, 1 de junio de 2010

Choroní, bienvenidos al paraíso

A poco más de tres horas de Caracas hay un pueblecito somnoliento y melancólico, enclavado al otro lado de los inmensos picos que pueblan el Parque Nacional Henri Pittier, que tiene lo que uno espera encontrar en el Caribe: playas idílicas de arena blanca y mar azul turquesa, cocoteros, palmeras, espesos bosques, casas coloniales, posadas con encanto y calma chicha tropical. Hasta es posible ver a un joven indolente ataviado con los colores del Barca y una gorra de jamaica haciendo abalorios y colgantes hippies, esperando vender alguno (como se puede ver en la foto de más abajo).

Choroní es un delicioso pueblecito de la costa, hacia la parte occidental de Venezuela, que sirve como refugio de algunos caraqueños que huyen de la ciudad los fines de semana. No en vano, un cartelito en la playa te da la bienvenida al paraíso, y eso ya de por sí te relaja.

El camino hasta allí, sin embargo, es fatigoso, ya que la carretera que serpentea por la montaña es terrible, atestada de pronunciadísimas curvas y baches imposibles que hacen un ejercicio de funambulismo la labor de los conductores, sobre todo cuando en la misma curva convergen dos coches o un coche y una buseta. Entonces hay que parar, dar marcha atrás, colocar el carro al borde mismo de un precipicio sin fin y esperar a que pase. Pero nosotros íbamos tranquilos, ya que el conductor que nos llevaba -nos relataba sin mucho entusiasmo- pasó muchos años de su vida trabajando en una línea de autobuses que hacía Caracas-Lima en tan solo cinco días y medio o Caracas-Bogotá en apenas 32 horas. Toda una proeza.

Lo mejor de Choroní es Puerto Colombia, la zona que tiene más vidilla y que era el antiguo puerto de la región. Ahí ves el Caribe en su esencia: muchachos descalzos pisando el abrasador asfalto sin que les tiemble el pulso, ancianos fibrosos vestidos únicamente con bermudas, mostrando el torso endurecido por el sol y luciendo largos machetes con los que aporrean los cocos, mulatonas y mestizas que van mostrando lo mejor de sus cuerpos, sin ningún tipo de pudor, puestos de caña de bambú en los que venden empanadas, guarapita, rones, arepas y jugos de frutas, desérticas calles con haciendas coloniales de fachadas en tonos pastel y monos que brincan por los árboles del jardín o se recuestan en los chinchorros (hamacas) o se cuelan en las cocinas para robar la comida.

Aquí en Choroní hay poco que hacer: dejarse llevar por la calidez de sus aguas, derretirse bajo los cocoteros, deleitarse con las Soleras (cervezas) que los vendedores te dejan en precarias neveras de corcho o darse una vueltecita por el pequeño malecón o las angostas calles del pueblo. Pues eso, en definitiva, desconectar y disfrutar del paraíso.