jueves, 24 de junio de 2010

Trueque

Chávez, que se siente un elegido y un visionario, tiene la opinión de que rema contra viento y marea en un mundo dominado por el infame capitalismo. Él sostiene que uno de las mejores cosas que ha aprendido de Fidel y la revolución cubana es que la transición económica del modelo capitalista al socialista ha de ser lenta, sin prisa pero sin pausa. Ahí se equivocó Fidel, pero él no va a tropezar en la misma piedra. Así que en ese proceso de transformación económica que está llevando a cabo –nacionalización de bancos, cementeras, eléctricas, telecomunicaciones; desposesión de las tierras a sus dueños; eliminación de la división del trabajo; instauración de comunas para el aprendizaje, la cura de enfermos y el reparto de alimentos, etc– ahora profundiza un poco más y legaliza un concepto que yo creía que ya sólo se daba entre los chavales que cambian los cromos del Mundial: el trueque.

Era lo que le faltaba a una sociedad cada día más empobrecida y más desnortada. No sólo tienen que ver cómo los alimentos escasean en los anaqueles de las tiendas (sigue sin haber leche de forma habitual, a lo sumo encuentras leche en polvo) o hacer largas colas para comprar la comida con los cheques que les entrega el gobierno (un cupón que complementa el salario medio base, que ronda los 150 euros), sino que ahora, para apuntalar la sobrada y a todas luces solvente productividad venezolana, van a poder cambiar, por ejemplo, alimentos por conocimiento, es decir, te cambio la rueda de la bici y tú me das un kilo de patatas o me arreglas la suela de los zapatos y yo te cuento el cuento de las mil y una noches, por poner un caso.

La ley, que se aprobó ayer, es más fina, claro: “Se instaura el sistema económico comunal como el conjunto de relaciones sociales de producción, distribución, intercambio y consumo de bienes, servicios y saberes, desarrolladas por las comunidades bajo formas de propiedad social al servicio de sus necesidades de manera sustentable y sostenible”. Y como colofón se retoma la legalidad de las monedas comunales, o sea, los billetes del monopoli a los que yo, gobernador del Banco Central de Venezuela, otorgo carácter legal de circulación y establezco su paridad con respecto al bolívar, porque me da la gana.

Esto me recuerda la comuna que hay en Copenhague y que se llama Christiania, una especie de falansterio en mitad de la ciudad, con sus escuelas comunales y sus centros médicos, donde no hay jerarquías ni prevalencias de ningún tipo, y donde se inventaron una “moneda” de curso “legal” para uso único de su recinto y que, tras denodadas peleas y enfrentamientos con el partido conservador danés, ha mantenido su vigencia en el centro mismo de la Europa capitalista y liberal. Claro, que para mí hay una diferencia con respecto a Venezuela, y es que los que van a vivir a Christiania lo hacen por voluntad propia y se acogen a ese sistema porque sí. Por lo que nosotros vemos aquí, no tengo tan claro que los venezolanos estén tan contentos de seguir recuperando modelos económicos tan sofisticados como este del trueque comunal.

2 comentarios:

  1. Y el señor chaves tan contento y tan elegante siempre con sus trajes y camisas impecables, eso es tener la mente despierta para que no ha nadie le falte de nada tu cambias con tu vecino y tu vecino cambia contigo que más quiere el pueblo?
    S.V.S

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  2. En el fondo están animando a que prospere la economía sumergida; ya que el gobierno no tendrá ningún control sobre la actividad interna de la población. Si es que ahora lo tiene...
    En cualquier caso, para el venezolano puede no estar tan mal; quizas consiga que el servicio que él ofrece no se devalue tan rápido como lo hace la moneda que obtiene a través de su salario... Si yo te cambio mis servicios como mecánico por un saco de grano... podemos establecer un cambio "oficial" entre servicio de mecánica- grano que se mantenga más allá de la llamada estanflación...

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