Precisamente uno de estos aviones se ha caído cuando cubría la ruta entre Puerto Ordaz e isla Margarita. A bordo iban 47 pasajeros y 4 miembros de la tripulación. Han muerto 14 personas. Podía haber sido peor. Las autoridades alaban la pericia del piloto, quien ha logrado dominar el aparato después de perder el control, y ha evitado estrellarlo contra las viviendas cercanas. Los restos del fuselaje se agolpan y humean en un patio en el que se apilan los bidones y los materiales de desecho, a unos doscientos metros de los galpones, los hangares industriales de la zona y las acerías más próximas.
Cuando uno sube a este tipo de aviones, la memoria, que es muy traicionera, recupera con descaro y excesivo rigor de detalles el abanico de accidentes aéreos que ha visto a lo largo de su vida. En el próximo viaje que queremos hacer tomaremos uno de estos aviones. Será para ir a ver los cayos de Los Roques. Me será imposible quitarme el nudo de la garganta y el carrusel turbulento de las imágenes archivadas, pero me encomendaré con vehemencia a la habilidad y destreza del piloto. ¡Glub!
Eso no es un mal rato, acuerdate del carné de manipulador, Je,Je...
ResponderEliminarQué momento también, qué angustia... menos mal que me libré, jeje
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