martes, 14 de septiembre de 2010

Pericia, después de todo

El aeropuerto de Maiquetía en Caracas es exiguo y frugal, apenas unos cuantos pasillos y una cafetería desde la que puedes ver las pistas de aterrizaje y despegue y, un poco más allá, la neblina que se enrosca en las olas del mar. Ahí delante están apostados los aviones y avionetas que viajan a Margarita, a los Roques, a Maracaibo, a Valencia o a Mérida, pequeñas aeronaves destartaladas en las que cuando uno sube lo primero que hace es quitarse el nudo de la garganta y después colocarse el cinturón de seguridad. Las junturas de las cabinas no están lo suficientemente selladas como a uno le gustaría, la tapicería de los asientos está desgastada y sucia, el tableteo del despegue es turbador y la velocidad de crucero, ruidosa y acatarrada, como el estertor de una bronquiolitis, algo inaguantable para los oídos atentos y obsesivos del pávido viajero.

Precisamente uno de estos aviones se ha caído cuando cubría la ruta entre Puerto Ordaz e isla Margarita. A bordo iban 47 pasajeros y 4 miembros de la tripulación. Han muerto 14 personas. Podía haber sido peor. Las autoridades alaban la pericia del piloto, quien ha logrado dominar el aparato después de perder el control, y ha evitado estrellarlo contra las viviendas cercanas. Los restos del fuselaje se agolpan y humean en un patio en el que se apilan los bidones y los materiales de desecho, a unos doscientos metros de los galpones, los hangares industriales de la zona y las acerías más próximas.

Cuando uno sube a este tipo de aviones, la memoria, que es muy traicionera, recupera con descaro y excesivo rigor de detalles el abanico de accidentes aéreos que ha visto a lo largo de su vida. En el próximo viaje que queremos hacer tomaremos uno de estos aviones. Será para ir a ver los cayos de Los Roques. Me será imposible quitarme el nudo de la garganta y el carrusel turbulento de las imágenes archivadas, pero me encomendaré con vehemencia a la habilidad y destreza del piloto. ¡Glub!

2 comentarios:

  1. Eso no es un mal rato, acuerdate del carné de manipulador, Je,Je...

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  2. Qué momento también, qué angustia... menos mal que me libré, jeje

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