miércoles, 20 de octubre de 2010

Energía nuclear

En su gira internacional, Chávez anunció que quiere instalar una central nuclear con el asesoramiento y la tecnología de uno de sus principales socios, Rusia. Esta central proveería 2.000 megavatios de potencia, el doble de lo que está previsto que abastezca, por ejemplo, la central termoeléctrica que está construyendo Duro Felguera en los Valles del Tuy. El proyecto se llevaría a cabo en un tiempo inicial de doce años a partir del momento en que se concrete y firme el acuerdo, y tendría un coste total de más de 10.000 millones de dólares.

Las críticas no se han hecho esperar y con razón. En un país en el que el déficit energético ha llevado a la población a sufrir continuos cortes de luz, racionamiento en el suministro y multas para la gente que no cumplía con la imposición gubernamental de bajar el consumo eléctrico propio en un 20% (ver post “Al acecho”), se hace inconcebible que el gobierno vaya a embarcarse ahora en un proyecto que requiere de unas medidas de seguridad sumamente exigentes y de una cultura en el manejo de los desechos y en el mantenimiento que, a todas luces, no tiene.

En vez de embarcarse en el proyecto nuclear, comentan esas voces críticas, podrían haber sido más previsores y, en estos once años de gobierno, modificar el sistema de producción de electricidad, que depende básicamente de un solo embalse, el Guri, que abastece a tres centrales y electrifica al 75% del país. El informe “Sensatez nuclear para Venezuela” estima que hay más de 7.500 megavatios que presentan limitaciones operativas o restricciones en su infraestructura, es decir, que no se están utilizando o aprovechando adecuadamente, de los casi 25.000 de que dispone el país. 8 de las 20 turbinas del embalse del Guri permanecen sin funcionar, paradas, a la espera del mantenimiento que nunca llega. Además, el coste del megavatio instalado en las plantas nucleares de América Latina es de 5,4 millones de dólares, frente a los 1.000 ó 3.000 dólares que cuesta el megavatio generado por energía térmica o eléctrica.

Claro, ante situaciones como ésta, no es de extrañar que algunos caraqueños pongan el grito en el cielo cuando el presidente hace unos meses, con su gracejo habitual, animaba a darse “duchas socialistas” de menos de tres minutos, con el fin de ahorrar agua y energía. Todo sea por la patria.

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