La historia de Edwin “El Inca” Valero podría ser una más de las historias de púgiles que hemos visto en el cine (Rocky, Toro Salvaje, Cinderella Man, Alí, Rocco y sus hermanos) o leído en los periódicos: el muchacho nacido en un barrio miserable de la localidad de Bolero Alto, Estado de Mérida, sufrido hijo de una familia desharrapada que vive en un mundo de marginalidad perpetua y que, por uno de esos azares de la vida, acaba subiéndose al ring y yendo a entrenar con los mejores managers de Caracas. A los doce años, acumula ya 86 victorias en 92 combates, y luce un croché furibundo.
El Inca Valero es espigado, fibroso, puro músculo. Tiene rasgos de criollo, la nariz achatada por los golpes, y una media melena como la que lucía Ángel Fernández Franco, El Torete, en Perros Callejeros, una melena entre quinqui y medio hippie, de flequillo mal desfilado y mullet alborotado. El Inca Valero representa la furia venezolana, es el icono del empuje y la garra salvaje de los indios primitivos del Orinoco. Muy pronto llega a ser Campeón Mundial del Peso Ligero, y el dinero y la fama y la popularidad y los arrebatos comienzan a llegar, como siempre pasa en estos casos. Entonces, el icono se va diluyendo, perdido todo norte y toda fiabilidad: malos tratos a su esposa, golpes a su madre y a su hermana, peleas callejeras, posesión de armas ilegales, hostigamiento a médicos y enfermeras en los hospitales en los que pasa largas temporadas, consumo de drogas, depresión…
El pasado domingo, el Inca Valero mató a su mujer de tres puñaladas en el cuello en el hotel en el que se alojaban. “Maté a mi esposa” dijo en la recepción, con las manos ensangrentadas, como si no fuera con él. Ese mismo día lo llevaron a la cárcel vestido con un short y franelilla deportiva. Le quitaron la ropa, por ser una prueba criminalística, y se la cambiaron por unos jeans. Al día siguiente, empleó esos vaqueros para colgarse de la reja de su celda, no sabemos si abrumado por el peso de la culpa o por un arrebato psicótico. Tenía 28 años. En el pecho descubierto lucía un tatuaje característico: la bandera venezolana con la efigie de Chávez al fondo, y sobre ella la siguiente declaración: “Venezuela de verdad”.
miércoles, 21 de abril de 2010
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Si ya lo pusieron el otro día en el telediario, dijeron que era un tipo un poco violento, pero hay gente como este chico que la fama y el dinero, no lo saben manejar, y al final pasa lo que pasa, en España tenemos varios casos de chicos que han hecho una fortuna tanto en futbol, boxeo y algún otro deporte y al final terminan sin nada y en el hoyo
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