miércoles, 21 de abril de 2010

Inca Valero, boxeador

La historia de Edwin “El Inca” Valero podría ser una más de las historias de púgiles que hemos visto en el cine (Rocky, Toro Salvaje, Cinderella Man, Alí, Rocco y sus hermanos) o leído en los periódicos: el muchacho nacido en un barrio miserable de la localidad de Bolero Alto, Estado de Mérida, sufrido hijo de una familia desharrapada que vive en un mundo de marginalidad perpetua y que, por uno de esos azares de la vida, acaba subiéndose al ring y yendo a entrenar con los mejores managers de Caracas. A los doce años, acumula ya 86 victorias en 92 combates, y luce un croché furibundo.

El Inca Valero es espigado, fibroso, puro músculo. Tiene rasgos de criollo, la nariz achatada por los golpes, y una media melena como la que lucía Ángel Fernández Franco, El Torete, en Perros Callejeros, una melena entre quinqui y medio hippie, de flequillo mal desfilado y mullet alborotado. El Inca Valero representa la furia venezolana, es el icono del empuje y la garra salvaje de los indios primitivos del Orinoco. Muy pronto llega a ser Campeón Mundial del Peso Ligero, y el dinero y la fama y la popularidad y los arrebatos comienzan a llegar, como siempre pasa en estos casos. Entonces, el icono se va diluyendo, perdido todo norte y toda fiabilidad: malos tratos a su esposa, golpes a su madre y a su hermana, peleas callejeras, posesión de armas ilegales, hostigamiento a médicos y enfermeras en los hospitales en los que pasa largas temporadas, consumo de drogas, depresión…

El pasado domingo, el Inca Valero mató a su mujer de tres puñaladas en el cuello en el hotel en el que se alojaban. “Maté a mi esposa” dijo en la recepción, con las manos ensangrentadas, como si no fuera con él. Ese mismo día lo llevaron a la cárcel vestido con un short y franelilla deportiva. Le quitaron la ropa, por ser una prueba criminalística, y se la cambiaron por unos jeans. Al día siguiente, empleó esos vaqueros para colgarse de la reja de su celda, no sabemos si abrumado por el peso de la culpa o por un arrebato psicótico. Tenía 28 años. En el pecho descubierto lucía un tatuaje característico: la bandera venezolana con la efigie de Chávez al fondo, y sobre ella la siguiente declaración: “Venezuela de verdad”.

1 comentario:

  1. Si ya lo pusieron el otro día en el telediario, dijeron que era un tipo un poco violento, pero hay gente como este chico que la fama y el dinero, no lo saben manejar, y al final pasa lo que pasa, en España tenemos varios casos de chicos que han hecho una fortuna tanto en futbol, boxeo y algún otro deporte y al final terminan sin nada y en el hoyo

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