viernes, 30 de julio de 2010

La Gran Pulpería

Si estoy contento de haber venido a vivir a Caracas es, entre otras cosas, por haber conocido La Gran Pulpería. No, no es una taberna, ni una lunchería ni un sitio de tapas, ni siquiera un sitio en el que vendan pulpo. Es una increíble librería de lance, de libros viejos. Ni las que pueda haber visto en Madrid, Barcelona, París, Londres, Ámsterdam, Copenhague, Buenos Aires, San Francisco, Nueva York o cualquier otro sitio que haya podido visitar, se le puede comparar a ésta. Definitivamente, La Gran Pulpería del Libro Venezolano es el sitio más espectacular que haya visto jamás.

Es un lugar mágico, abrumador, inacabable. Situada en una callejuela trasera de la zona de Sabana Grande y abierta desde 1984, la entrada de la librería no tiene nada de particular, pero a medida que bajas las escaleruchas que llevan al fondo todo va cobrando otra dimensión: los pasillos se multiplican, las estanterías rebosan, los libros se acumulan, el polvo se remansa. Hay incluso una zona que parece el Rastro de Madrid o el San Telmo de Buenos Aires, con un montón de cachivaches de lo más rocambolesco, desde botellas de sifón a muñecas de los años veinte o teléfonos de mesa de los que ya sólo se ven en las películas antiguas, pasando por monedas, afiches, figuras de cerámica, porcelanas, cajas de música, etc.

La cantidad de libros es inabarcable, colosal, y hay de todo: primeras ediciones, ediciones raras, libros descatalogados, libros que hace poco eran novedades y que ya cabalgan por las estanterías como libros viejos, libros intonsos, libros mal encuadernados, libros inexistentes… Lo que quieras. Ahí, por ejemplo, he conseguido la primera traducción que se hizo al español de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, a cargo de Pedro Salinas y José María Quiroga Pla y completada por el traductor Marcelo Mesnaché, tan sólo veintidós años después de que se publicara en Francia. Ésta que os digo está impresa en Buenos Aires por Santiago Rueda en 1944 y sólo se imprimó hasta el quinto volumen, La Prisionera. Estoy pletórico porque, según me confirmó mi amiga Marián, en la Biblioteca Nacional de Madrid la edición más antigua que poseen es la de 1952, impresa en Barcelona por José Janés. Luego vinieron las de Consuelo Bergés para Alianza en los años 60 y la de Mauro Armiño recientemente para Valdemar. Pero eso son otras batallas que no vienen al caso.

Lo bueno de La Gran Pulpería es que además los precios, en general, son asequibles, así que ahí paso mucho tiempo buceando en ese océano de libros, en busca de alguna ganga que llevarme para España.

jueves, 29 de julio de 2010

Las tías de la diabetes

La diabetes es una enfermedad generosa y familiar. No tiene cura, pero mira tanto por ti que te hace estar permanentemente a dieta, te suprime las grasas, el azúcar, las harinas, los bollos, el alcohol, te obliga a hacer deporte, y puede ser tan aburrida y agobiante como esas tías del pueblo que, como cuando eras pequeño, te cubrían de besos y pellizquitos mientras tú las mirabas con cara de “Y éstas, ¿quiénes son?”.

Esas, las tías de la diabetes, son como un conjunto de mujeres viejas, agrias y vestidas de negro, y cuyos nombres te suenan pero no reconoces: neuropatía, nefropatía, retinopatía, cardiopatía, microangiopatía, dermopatía, etc. Uno las escucha y las mira con gesto de asombro, pero también de aburrimiento. Para mí, la diabetes es como uno de esos familiares pesados que van gastando chistes sin ton ni son. Yo me la imagino, despatarrada de la risa, repitiendo esa greguería de Gómez de la Serna: “Le decía siempre ‘Vida mía’ pero un día se equivocó y dijo: ‘Viuda mía’. Murió aquella noche”. Cosas así.

El caso es que aun siendo tan entrañable, es una enfermedad que no tiene solución. En los últimos años se han hecho algunos avances, como los trasplantes pancreáticos, las bombas de infusión de insulina, los implantes de insulina de cerdo o los trasplantes de los islotes de Langerhans, pero nada ha resultado definitivo. Ahora, en Venezuela, hay un grupo de médicos y cirujanos que están aplicando células madre en el tratamiento contra la diabetes y, por lo visto, los resultados son muy positivos.

Explicado burdamente, te extraen células madre con una punción en el esternón y te las reinyectan en el cuerpo, de manera que las células madre corren por todos los órganos a través del torrente sanguíneo y, en el caso de los diabéticos, esto hace que la acción se intensifique en el páncreas. Las mejoras son notables: reducción considerable de las dosis de insulina, mejora de los índices de glicemia, aceleración de las cicatrices y las úlceras en el pie (el famoso pie diabético), mejora en el funcionamiento renal, mejora en la visión, etc.

Desconozco cómo está el tema de la investigación con células madre en Venezuela, pero supongo que estará permitido. El tema es que Venezuela está a la vanguardia del estudio de la diabetes en la región y las conclusiones de estas investigaciones han sido presentadas recientemente en un congreso de Maracaibo donde han acudido miles de médicos de toda Latinoamérica. Veremos ahora cómo se lo toman las pesadas tías de la diabetes...

miércoles, 28 de julio de 2010

Busetas

La buseta es el medio de transporte más humilde para moverte por Caracas y es quizá uno de los más populares. Sólo hay que fijarse en las largas colas (una de las pasiones de los venezolanos) que hay en las paradas de autobuses. El billete de la buseta es de un bolívar y medio, unos 40 céntimos de euro al cambio oficial, caro si se compara con lo que vale llenar el depósito de un coche: 2 bolívares, unos 55 céntimos de euro aproximadamente.

Las busetas de Caracas son cajas desvencijadas con ruedas, chatarra en movimiento, pura carrocería caribeña, muchas de ellas tuneadas, otras son meras carcasas oxidadas con grandes costrones de pintura desconchada. Cuando subes a una, el calor es tan asfixiante que sólo entonces entiendes por qué siempre circulan con las puertas abiertas de par en par. Van siempre a rebosar, con gente agolpada en la puerta, aferrada a los barrotes, como en esas viejas fotos de los tranvías madrileños. Así he ido yo, ahí asomado, pero no hay peligro. El tráfico es tan denso que apenas la buseta se mueve un poco. Se paga al bajar, no al subir, y en sus lunetas siempre llevan unos carteles muy rudimentarios que te indican las paradas y el destino. Son algo así como poemas dadaístas: Chacao, Chacaíto, Sabana Grande, Lido, Hoyada, Bolívar, Silencio y Circo. Y lo rematan con otros cartelones, siempre muy coloridos, del tipo: Conductores criollos. Mi mamá me ama. Amo a mi mamá. Dios está en Venezuela.

El tema es que las busetas constituyen también el medio de transporte preferido de los malandros. Las cifras de violencia en ellas son aterradoras, sobre todo en las líneas periféricas de la ciudad, y prácticamente no hay día en que no haya un muerto en alguna de ellas. Sin ir más lejos, el otro día un adolescente de 15 años recibió ocho balazos en una buseta del barrio de La Culebrita, en el sector de La Vega. Las autoridades han empezado a plantearse poner cámaras, pagar por anticipado mediante abonos trasporte e, incluso, meter a la Guardia Nacional en las busetas, pero son tan pequeñas que realmente no sé cómo lo van a hacer. A esto último, por cierto, los usuarios se han opuesto, ¿por qué será?

martes, 27 de julio de 2010

Comer piedras

Sí, sí, lo que se ve en los telediarios de todo el mundo es lo que está pasando. Chávez tiene las hormonas revolucionadas y, en su empeño de compararse con Bolívar, lo único que le queda ya es meterse en una guerra para mostrar al mundo la talla de su poderío militar y su valía como estratega en el campo de batalla.

Las cosas son más o menos así: el hasta ahora Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, es el centro de las iras y del rencor atávico de Chávez, quien ve en él la encarnación maléfica de los valores de la derecha oligárquica y latinoamericana, alineada para más inri con los Estados Unidos. Esto ha hecho que rompiera relaciones comerciales con él en junio del año pasado, poniendo como excusa la presencia de los norteamericanos en las bases colombianas cercanas a la frontera de Venezuela.

Uribe dejará su cargo el próximo 7 de agosto, momento en que lo tomará su sucesor Juan Manuel Santos. Como desde un punto de vista diplomático, Chávez no puede enconarse todavía con quien no ejerce el poder y, como es lógico, tendría que esperar a ver cómo se desarrollan las nuevas relaciones entre ambos países (Santos ya ha declarado varias veces que quiere limar las tensiones con Venezuela y retomar la senda de la normalidad institucional), todo apunta a que Huguito quiere liarse a tiros con Uribe, antes de que abandone el cargo.

La tensión ha aumentado en los últimos días, después de que el embajador colombiano denunciase ante la Organización de Estados Americanos la presencia de guerrilleros de las FARC en Venezuela. De inmediato, Chávez (que estaba en un acto con Maradona en Caracas) rompió todas las relaciones con el país vecino y, en estos últimos días, no se ha cansado de repetir una y mil veces, con tono apocalíptico, que “vienen días muy peligrosos”. Además, ha cancelado todos los viajes institucionales previstos para esta semana “a causa de la probabilidad de una agresión armada en contra de Venezuela”.

Anteayer, Chávez aprovechó su aparición televisiva dominical para amenazar, ya de paso, con suspender el envío de petróleo a Estados Unidos, recriminar a los militantes del PSUV (su partido) que critiquen la revolución que él lidera y amenazar a “la oposición apátrida y lacaya que, en caso de un conflicto armado, no van a pasar agachados, que no crean que ellos se van a quedar tranquilitos si el imperio yanki, utilizando a sus lacayos del Gobierno de Colombia nos agreden. Aquí tomaríamos medidas internas para salvaguardar la soberanía de tanto lacayo vendepatria que tenemos en ONG, en alcaldías, en gobernaciones y en medios de comunicación. La defensa de la soberanía popular se asumirá, aunque eso signifique comer piedras”.

lunes, 26 de julio de 2010

La casa de los espíritus

Parece ser que estos días hay en Chile una serie de personalidades que están postulando a Isabel Allende como merecedora del Premio Nacional de Literatura de su país. Curiosamente, Allende vivió en Venezuela durante más de trece años y, al hilo de esta noticia, han surgido voces en Caracas que recuerdan “el desagravio y la altanería” de la escritora, quien por lo visto nunca nombra ni hace referencia al país que la acogiera cuando salió de Chile en 1973, después del golpe de estado con que Pinochet derrocó el gobierno de su tío, Salvador Allende.

La vida de Isabel Allende es una de esas vidas itinerantes y nómadas, que ha transcurrido en sitios tan dispares como Perú, Bolivia, Líbano, Chile, Venezuela, Estados Unidos y España. En Venezuela, pasó trece años de su vida, con su familia, viviendo en un apartamento de Caracas donde se buscaba la vida como podía, dando clases aquí y allá, e intentando escribir en los periódicos de la capital. Como periodista, por lo visto, no era muy buena, y así se lo hizo saber Pablo Neruda cuando una vez, trabajando para una revista femenina, fue a entrevistarlo a su casa, y éste le dijo que jamás se dejaría entrevistar por una periodista tan mala. Neruda le dijo: “usted es mala periodista porque no es objetiva, dedíquese a la literatura”.

Pero no fue hasta que estuvo residiendo en Caracas cuando Isabel Allende encontró su camino. Fue a raíz de la enfermedad de su abuelo de 99 años. El anciano hombre estaba ya muriéndose y esa situación inspiró a Allende una larga carta que acabó convirtiéndose, a medida que la iba escribiendo, en La casa de los espíritus, su famoso best-seller. En 1982 consiguió publicarla en Plaza y Janés, y poco después salió de Venezuela para no regresar nunca más y, por lo visto, para no citarla nunca más.

viernes, 23 de julio de 2010

El buen gourmet

Como aquí es muy difícil ir a comprar y conseguir todo lo que necesitas en una misma tienda, lo habitual es que tengas que peregrinar de sitio en sitio para hacerte con lo que quieres. Cuando no encontramos lo que necesitamos, siempre acabamos recurriendo a El buen gourmet, un colmado que tenemos cerca de casa y que, casi con toda seguridad, tiene aquello que andas buscando (pero no siempre).

Lo mejor de El buen gourmet es el nombre y, aunque es más caro que el resto de los sitios, poco o nada tiene de delicatessen como pudiera inducir a pensar. Está regentado por un portugués de Madeira y un venezolano de orígenes inciertos.

El portugués, al que le faltan varios dientes –y los que le quedan están revestidos de una gruesa capa de sarro–, tiene una calva que intenta disimular con un mechón que le cruza de lado a lado y que, por las pintas, debe lavárselo una vez a la semana, y su acento es tan oscuro que apenas entendemos algo de lo que nos dice. Cuando te vende los paquetes de tabaco a un precio mayor al que marca la cajetilla y tú se lo comentas, se pone unas gafas de farmacia y farfulla una serie de ruidos guturales mientras agita las manos al viento en un claro gesto de incomprensión. Nosotros le decimos que sí, pero que nos cobre el precio que está marcado. Si le compras un paquete de pilas, por ejemplo, es probable que te duren solo un día. Cuando se lo dejas caer, se echa las manos a la cabeza y se pone a mascullar las palabras sin quitarse el cigarrillo de la boca y desaparece en la parte trasera del colmado.

Este portugués es todo un personaje. Critica duramente a Venezuela y a su gobierno, habla con nostalgia de su patria olvidada (vino aquí hace cuarenta años) y podríamos decir que trabaja más bien poco. Su tienda es, en puridad, una licorería pero tiene también remesas de patatas, generalmente esturreadas por el suelo, cocos y mangos que recogen de los árboles cercanos y venden a precios económicos, trozos de carne revenida que hacen las delicias de los moscardones que pululan alegremente por el escaparate, tiene incluso un par de máquinas tragaperras al fondo de la tienda, en un recodo oscuro y clandestino, donde los jugadores echan las monedas mientras beben botellas y botellas de Solera.

El día de la final del Mundial, que cayó en domingo, un amigo que vive también aquí al lado compró un montón de Soleras en El buen gourmet para ver el partido. Ese día el portugués se debió hinchar a vender cervezas y whiskys. Pero resulta que aquí los domingos está prohibido vender alcohol y las autoridades le cerraron la tienda durante toda la semana. Cada vez que yo pasaba por delante de ella, le veía ahí sentado, con el cierre echado, hablando alegremente con todos los vecinos. Sospecho que si alguien le pedía algo, lo sacaba por la puerta trasera con sumo gusto. Lo cierto es que no tenía mucha cara de preocupación.

Este domingo pasado, cuando reabrió, fuimos a comprar y mientras esperábamos nuestro turno, el portugués no paraba de despachar Soleras y Polares, las dos cervezas de aquí. Al fondo, en las dos máquinas tragaperras, un jugador bebía sin parar. Pero al portugués no parecía importarle que pudieran cerrarle de nuevo el local. Cuando le compramos el tabaco, esta vez nos dijo entre risas, mostrándonos las ausencias de su boca: “Este ya viene marcado a 18 bolos. Soy legal, eh”. O eso, al menos, creimos entenderle.

jueves, 22 de julio de 2010

Ven a mí que tengo flor

Como uno de esos culebrones venezolanos de tiras y aflojas, dimes y diretes, encuentros y desencuentros apasionados y turbulentos, así se está viviendo la lucha personal que mantiene Chávez con el canal televisivo Globovisión de Guillermo Zuloaga.

La trama es intrincada pero se puede resumir así, según la lógica revolucionaria: Nelson Mezerhane, dueño del intervenido Banco Federal, posee el 28,5% de Globovisión, pero como esta entidad ha sido intervenida (ver post "Banco Federal"), esas acciones pasan, de facto, a ser propiedad del Estado. Si a esto se le suma otro 20% que estaba en manos de otro accionista que acaba de morir y cuyas acciones no son heredables para los familiares sino para la revolución, nos encontramos con un axioma que ayer Chávez anunció eufóricamente, con la clarividencia propia de los iluminados: “el Estado podrá ser propietario del 45,8% de las acciones de Globovisión" y, por lo tanto, se incorporarán dos periodistas oficiales a la junta directiva en representación del Ejecutivo. Y añadió: “no estamos expropiando, nos estamos incorporando al negocio. Mezerhane tiene una empresa intervenida y el otro señor recibió un 20% y luego lamentablemente falleció… Bueno, ven a mí que tengo flor”.

Mientras tanto, Guillermo Zuloaga y su hijo están en busca y captura, fugados probablemente en algún país del continente, a la espera de poder regresar a Venezuela. Lo mismo cuando lleguen se encuentran con el Presidente dirigiendo también la junta directiva de Globovisión.

miércoles, 21 de julio de 2010

Pelusa

Desde que el domingo pasado el Presidente dijera en su programa dominical de televisión que había hablado con Maradona por teléfono y que éste iba a llegar esta misma semana a Caracas, los comentarios y las especulaciones sobre el Pelusa se han disparado. “Jugaremos fútbol y softbol”, comentó Chávez, muy risueño. Por lo visto, el astro del fútbol respondió como corresponde: “Esta pago yo”.

Los mesoneros de los sitios a los que voy divagan, postulan, apuestan, vaticinan. Hay quien ve al Pelusa como el pegamento que une las relaciones mágicas de Fidel y Huguito. “Lo mismo se viene a la Vinotinto”, comentan otros. Ante tales rumores, la Federación Venezolana de Fútbol ha tenido que salir a la palestra y negar que el Pelusa venga a Caracas a negociar un contrato multimillonario para entrenar a la selección venezolana que, aunque tiene mucha pasión, apenas posee juego ni historia. Y es que, como dice mi camarero predilecto, aquí lo que de verdad jala es el beisból, el jonrón y los peloteros.

martes, 20 de julio de 2010

Elemental, querido Watson

Es probable que Sherlock Holmes levantase ligeramente la ceja en señal de incredulidad, quizá haciendo algo así como un gesto de “elemental, querido Watson” si leyera los partes policiales que publican los periódicos de Caracas. Aquí va uno de esta misma semana, tal como aparece en el periódico, en una tablita muy apañada que aquí no puedo reproducir por limitaciones del editor, pero que pongo para que os hagáis una idea de cómo aparece publicada:

Literalmente dice así:

PARTE 1:

EL SUCESO: Funcionarios de la Policía Municipal de Bolívar capturaron a un sujeto. DÓNDE: En el sector Cayaurima 2 de Barcelona, Anzoátegui. CUÁNDO: El jueves en la mañana. IMPLICADOS: Un adolescente de 17 años. CONSECUENCIAS: Al joven lo presentarán ante los tribunales competentes. QUÉ SIGUE: Esperan conocer la sentencia.

PARTE 2:

EL SUCESO: Murió un hombre por una descarga eléctrica. DÓNDE: En el sector A de Las Amazonas, estado Bolívar. CUÁNDO: El jueves. IMPLICADOS: Presumen que se trata de un ladrón, pero aún no ha sido identificado. CONSECUENCIAS: Al tomar un aire acondicionado, junto con otros elementos, se electrocutó. QUÉ SIGUE: Efectivos del CIPC (policía científica) esperan resultados de la necrodactilia para saber de quién se trata.

PARTE 3:

EL SUCESO: Iban por el padre, no lo encontraron y raptaron al hijo de tres años. DÓNDE: Sector La Redoma, de El Moján, estado de Zulia. CUÁNDO: El miércoles. IMPLICADOS: Más de 20 hombres, vestidos de negro, con capuchas y armas largas. CONSECUENCIAS: Se llevaron al pequeño y lo dejaron abandonado en un CDI. QUÉ SIGUE: La policía investiga.

lunes, 19 de julio de 2010

Bolívar redivivo

Se armó el lío. Chávez ha mandado exhumar el cuerpo (bueno, mejor dicho, los restos) de Simón Bolívar, padre de la patria, prohombre entre los mortales, que yacía enterrado en el Panteón Nacional de Caracas desde 1842, muerto supuestamente por tuberculosis doce años atrás. La teoría de Chávez, de trascendental importancia para los designios del país y la situación actual de miseria, corrupción y crisis económica, es que el Prócer murió asesinado por las balas de los traidores o quizá fuera envenenado.

Un grupo de más de 50 técnicos del Estado fueron a la tumba, en mitad de la noche, con la nocturnidad y la alevosía propia de los ladrones de cadáveres, a exhumar el cuerpo sin vida (perdón, los restos) del gran Bolívar. Un rato después Chávez twitteaba con los internautas y utilizaba la red social de moda para comentar la noticia: "Hola mis amigos. ¡Qué momentos tan impresionantes hemos vivido esta noche! ¡Hemos visto los restos del gran Bolívar! Confieso que hemos llorado. Les digo: tiene que ser Bolívar ese esqueleto glorioso, pues puede sentirse su llamarada. Dios mío. Cristo mío".

La oposición (‘los escuálidos’ como los llama el Presidente) ya ha montado la gresca, que si cortina de humo, que si despiste por la crisis alimentaria, que si distracciones por la manipulación de los resortes electorales para las elecciones a la Asamblea Nacional de septiembre… Y es que, ay, Señor, qué simpleza y qué malicia la de esta oposición que no entiende la obligación moral de despejar tan grave duda: ¿de qué murió Simón Bolívar? Es posible incluso que los maliciosos colombianos no pusieran sus restos en el ataúd cuando decidieron devolverlo a Caracas desde Santa Marta en 1842. Todo se andará...

Al hilo de esto, estaba pensando que podríamos hacer nosotros lo mismo con Rodrigo de Vivar, el Cid, y con Babieca, su caballo, a ver si, junto al Mundial de Fútbol, el pueblo se olvida de la crisis por unos días, y así tenemos algo más de qué hablar.

viernes, 16 de julio de 2010

Breve diccionario del español venezolano (III)

Más palabras y expresiones del hablar rumboso de los venezolanos, imprescindible para salir por la noche:

Echar un palo: echar un trago.

Rumbear: ir de fiesta y, por extensión, echar unos bailes o ligoteos. “Rumba”, pues, es fiesta, reunión festiva, bailoteo, perreo.

Ratón: resaca (Ej: “tengo un ratón”, o “estoy enratonado”).

Rata: resacón insufrible.

Chinchorro: hamaca, muy apetecible cuando estás en algún chiringuito de la playa por la noche o por el día.

Tomar: beber. Siempre te preguntan: "¿Y de tomar?" Cuando estás en un bar de copas, hay dos opciones: o pides un trago (lo que para nosotros sería una copa) o pides un servicio (una botella, que habitualmente es más barato; si no te la acabas, no pasa nada, le ponen tu nombre en la etiqueta y te la guardan, por lo general, en unas taquillitas muy monas con candado).

Estar raspao: estar borracho.

Parquero: aparcacoches.

Burundanga: droga que inhibe la voluntad y que se echa en las bebidas alcohólicas (ver post “Sexo y burundanga”).

En las rocas: el clásico “on the rocks” de los whiskys, que aquí lo traducen literalmente, o sea, servido con cubitos de hielo. Lo más cachondo es que en los restaurantes hay siempre venezolanas impresionantes, patrocinadas por marcas de whiskys, dispuestas a servirte una copita de la marca en cuestión, eso sí, siempre 'en las rocas'.

jueves, 15 de julio de 2010

Cela versus Venezuela

Cela, que fue el primer escritor español que entendió que uno podía ganarse la vida de forma profesional dedicándose en cuerpo y alma a la literatura, estuvo en Venezuela en el año 1953, en un viaje promocionado por el dictador de la época Marcos Pérez Jiménez. Éste accedió al gobierno por medio de los votos en 1952, después de una serie de episodios rocambolescos que le otorgaron el poder (anteriormente había participado en el golpe de estado que derrocaría a Rómulo Gallegos en 1948), y en su afán por instaurar un nacionalismo que llamó “Nuevo Ideal Nacional” contrató a Cela para hacer propaganda de Venezuela en España, que por entonces vivía también un contexto cultural bastante peculiar de promoción del franquismo.

Así fue cómo Pérez Jiménez sufragó el viaje que hizo Cela por Venezuela y que tenía por objeto que el autor de La Colmena y La familia de Pascual Duarte escribiera una saga de seis o siete novelas que llevaría por título genérico “Historias de Venezuela”.

Cela estuvo en Caracas y viajó por todo el país, desde los Llanos hasta el Orinoco y Los Andes, pasó meses documentándose, hablando con los indígenas, con los criollos, con los nativos, tomando notas y esbozando personajes. El resultado de aquello fue una novela titulada La Catira (1955), que narra las aventuras de la catira (la rubia) Pipía Sánchez, un personaje de gran nivel, pero no así la novela, que está repleta de un lenguaje bastante coloquial y nada venezolano que, por lo visto, despertó la discrepancia y el disgusto no sólo del dictador Pérez Jiménez sino de los propios venezolanos. La novela de Cela, además, está inspirada en Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, precisamente el político que había sido desterrado del gobierno por el golpe militar.

Por aquel encargo Cela recibió tres millones de pesetas de la época (18.000 euros), dinero que le valió para comprarse un chalet en Mallorca. Después de aquello el ministro del Interior de Venezuela canceló la serie y Cela regresó a España. Según se contó en los periódicos de la época, Pérez Jiménez consintió en que se publicara La Catira por “la mala situación económica que atravesaba el escritor”.

miércoles, 14 de julio de 2010

Ese oscuro objeto de deseo

Si yo tuviera un amigo antropólogo le sugeriría que estudiase la importancia de la Blackberry en la sociedad caraqueña. Junto con la silicona y los geles cohesivos, es probablemente el mayor exponente de los anhelos de una nación o, al menos, un oscuro objeto de deseo digno de análisis.

Resulta que la Blackberry comenzó siendo un dispositivo enfocado a las empresas y como tal se vendía en todos los países. Su aterrizaje en Venezuela hace tan sólo un par de años fue similar al de otros sitios. Sin embargo, la pasión desaforada de los venezolanos por las nuevas tecnologías hizo despegar un dispositivo que estaba claramente orientado al segmento de los oficinistas. Pues bien, en cuestión de un año, la Blackberry ha vendido millones de terminales en Venezuela y se ha convertido en el mayor y más rentable mercado del mundo para sus fabricantes.

La llevan los adultos, los niños, los ancianos, los policías, las peluqueras, los perrocalenteros, los taxistas, los mototaxis, los presentadores de informativos, los luncheros, los malandros, el Presidente de la República… todos la llevan. Cuando sacas tu LG de poca monta, como es mi caso, te miran como a un pobre inculto tecnológico.

Un terminal aquí te puede costar entre 3.000 y 5.000 bolívares, dependiendo del modelo, lo que equivale a entre 900 y 1.500 euros (según el cambio oficial), muy por encima del salario medio: 1.300 bolos aproximadamente. ¿Cómo lo hacen? Pues muy sencillo, se endeudan hasta los tuétanos, como cualquier hijo de vecino.

Y sólo así, es posible ver que el policía va poniendo un mensaje mientras circula en su moto, que la clienta de la peluquería chatea mientras le lavan el pelo con la cabeza reclinada hacia el techo, que la dependienta de la panadería no te hace caso hasta que no acaba de colgar su última foto en facebook, que el portero ni te mira cuando pasas al edificio porque está enfrascado, con la puntita de la lengua en una esquina, descifrando un sms, o que el entrenador del gimnasio te dice que sí, que lo hagas así, mientras no para de enviar perrerías a sus admiradoras.

Definitivamente si yo tuviera un amigo antropólogo, le pediría que me explicara qué quiere decir tanta pasión hacia ese pequeño objeto de deseo llamado Blackberry.

martes, 13 de julio de 2010

La mancha de Maracaibo

Venezuela tiene también su propio vertido de crudo y su particular desastre ecológico. Es posible que no se le esté dando tanto bombo mediático como al de BP en Estados Unidos porque, al fin y al cabo, el derrame del lago de Maracaibo es claramente menor, pero no por ello menos importante.

Maracaibo, ese lugar que quizá es solamente conocido por la vieja canción de La Unión (“ah, si un día he de morir, que sea aquí en Maracaibo, la, la, la”), es una de las regiones más importantes de Venezuela. Situada en el occidente del país, cuenta con el lago más grande de toda Latinoamérica, según dicen las estadísticas. Allí es donde Venezuela posee una de las mayores franjas de explotación petrolífera, y es allí donde hace unas semanas se produjo una fuga de petróleo y gases tóxicos que están causando manchas negras y aceitosas que, con el paso de los días, han acabado por convertirse en una emergencia ecológica de primera magnitud.

En tan solo una semana los vecinos han extraído más de diez camiones de crudo de las riberas del lago, y las autoridades han retirado más de tres mil metros cúbicos de desechos sólidos. Sin embargo, el máximo responsable –PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela– sigue desmintiendo o minimizando la fuga de petróleo a lo largo de la zona, como suele ocurrir en estos casos. “La situación de operación en el lago es una situación crónica, no hay una fuga permanente en ningún sitio, sino que son filtraciones que se presentan cada cierto tiempo”, ha comentado un directivo de la petrolera.

De momento, aquí parece que nadie se escandaliza por el derrame. Algún que otro día se lee algo en los periódicos, pero no se puede decir que haya un seguimiento permanente. Ahora, un mes después del desastre, los pescadores de la zona están empezando a exigir que se controle la fuga de petróleo porque su pesca ha comenzado a verse seriamente afectada. Esperemos que acaben pronto con el vertido y no pase como en Estados Unidos, donde de momento parece que son incapaces de parar el flujo del chapapote.

lunes, 12 de julio de 2010

¡Campeones!

¡¡¡¡¡Campeones del mundo!!!!! Rugieron las vuvuzelas, estallaron los cohetes, sufrimos, gritamos, nos desgañitamos, embravecimos, nos zarandeamos, nos mirábamos incrédulos, sufrimos, pero al final ganamos y nos abrazamos, y saltamos y botamos. Lo vivimos y lo celebramos dándolo todo los españoles expatriados en Caracas, en casa de unos amigos... No faltó el vino, el whisky, el ron, las tortillas de patatas, el jamón y el chorizo. Lo dimos todo. Al final, las conexiones para llamar a España eran difíciles. Bailamos con Los Chichos, Los Chunguitos, Estopa, Shakira, la garganta se nos secó... y al final una breve crónica en el blog mientras en los oídos me estallaba aún el impresionante gol de Iniesta. Ahora más que nunca ¡¡¡Viva España!!!

viernes, 9 de julio de 2010

Calles con nombres

Por fin un lugar en Venezuela donde las calles, las avenidas y las plazas reciben nombres que nada tienen que ver con la revolución y los padres libertadores de la patria (Bolívar, Sucre, Francisco de Miranda, Urdaneta), y que van más allá de la simpleza que reina en el centro de Caracas donde el trazado de la ciudad se divide en calles horizontales, que son las transversales, y calles verticales, que son las avenidas (primera, segunda, tercera, etc).

Para diferenciar unos lugares de otros, se incluyen los puntos cardinales (este, oeste, norte y sur), pero (¿cómo explicar esto?) no son las calles las que llevan los nombres, sino las esquinas, de manera que cuando das una dirección tienes que darla de esquina a esquina. Además, por lo general, los números de las calles son poco frecuentes. Esto es un horror, porque cuando agarras un taxi y le das la indicación al conductor, la conversación suele ser bastante absurda y siempre pasa por las mismas fases:
  1. Mirada ausente del conductor en el espejo retrovisor.
  2. Interludio de cinco segundos en que su cerebro digiere la indicación.
  3. Puesta en marcha del coche.
  4. Y, por último, la pregunta de rigor: pero eso ¿dónde está?
Entonces hay que recurrir a unas indicaciones bastante pedestres pero muy funcionales: ¿sabe usted dónde está la cafetería Danubio? ¿Y el Sambil? ¿Y la torre Banca Corp? ¿Y el taller de la Firestone? ¿Y el club de The Pleasure´s Girls? Pues ahí al ladito vamos… (A veces, ni por esas.)

Ahora, en el estado de Anzoátegui, hay un gobernador que está inaugurando plazas, calles y avenidas con nombres del mundo de la cultura y las artes, como “homenaje a cantantes y autores universales que han luchado en pro de la liberación espiritual de la gente”. Así, puedes pasear por las plazas de Arthur Rimbaud, la de Federico García Lorca y la del “Che” Guevara (inevitable), pero también por las de Bruce Springsteen y la de Neil Young. Ahora hay que tener esperanza de que los lugareños se aprendan el nombre de esos sitios para que cuando cojas un taxi sepan, por lo menos, adónde quieres ir.

miércoles, 7 de julio de 2010

Histórico

¡¡¡¡España en la final de un Mundial!!!! Sin palabras... Hoy en Caracas los españoles la montamos parda... Qué elegancia, qué manera de jugar, qué espectáculo... Pase lo que pase el domingo, hemos hecho historia. ¡¡¡¡Arriba España!!!!

San Fermín

Pues eso, en la distancia y fuera del país, como que uno vive más las fiestas patrias. Lo mismo me voy a la embajada española y les propongo montar los encierros en las calles de Caracas. ¡Viva San Fermín!

martes, 6 de julio de 2010

Perfil de Huguito

Huguito es corajudo y bravucón. Para unos, Huguito es un búfalo desatado, un gorila rojo, pura sangre brava. Para otros, un militarote, un populista, un histrión. Todos, sin embargo, coinciden en que Huguito es socialista, feo y libertador.

Huguito ha leído a Marx, o eso dice, y se ha estudiado la vida y milagros de Simón Bolívar, el padre de Venezuela y, por ósmosis, de toda Latino América. Huguito es un militar de clase humilde, enardecido revolucionario y fervoroso creyente. Huguito invoca el manifiesto comunista y la vigencia de la fe en la Milagrosa. Para Huguito, Jesucristo, el primer socialista.

A Huguito le gustan los mapas, por eso cuando sale en la televisión siempre va con uno. Hay quien sostiene que Huguito se pierde por los mapas, los mapas políticos, sí, los del cole, esos inocentes mapas que siempre agarra con una mano mientras los emborrona con un rotulador rojo, Huguito siempre tan simbólico. “Mete zoom”, le dice Huguito al camarógrafo. “Figúrense, mis panas, aquí está Maracaibo”, dice señalando un punto en el mapa, “lo que hay que hacer es venir por aquí y a la que venimos tenemos que exportar cemento a Caracas y, de esta forma, aprovechamos los viajes del barco”, remata ufano, alumbrado por una sabiduría divina, Huguito. Una voz, la del ministro Diosdado, ubicuo donde los haya, farfulla: “En Caracas ya hay cementera, mi comandante”. Huguito se encabrona un poco: “Yo sólo doy la idea, Diosdado, yo la lanzo y ustedes la desarrollan”. Todos aplauden. Huguito es un iluminado.

Huguito es como un niño grandón, se encabrona con pasmosa facilidad si se le lleva la contraria, bufa como un mamut. Huguito pasó por la milicia, conspiró en torno al Samán de Güere y protagonizó un golpe de estado y un breve exilio en las islas venezolanas. Ahora Huguito es presidente de la República y sale en la tele con sus mapitas, tan cándido, tan de andar por casa, tan desvalido que ninguno de sus asesores se atreve a llevarle la contraria o es que, acaso, los asesores saben menos que Huguito. Cada vez que acaba su discurso, ante la plebe encendida, Huguito se repite como un mantra: “Hasta la victoria siempre”. Los demás le replican: “Venceremos”.

lunes, 5 de julio de 2010

Motorizados

Probablemente Caracas tenga uno de los tráficos más caóticos del mundo. A falta de señales verticales y semáforos (que cuando los hay son meramente simbólicos), es la única ciudad que yo conozco en la que los peatones tienen que ceder el paso a los coches. Si, parado en un paso de cebra, osas adelantar un pie o amagar con cruzar, como hacemos los europeos con la solvencia que te da saber que los coches se pararán ante tu mera presencia, aquí corres el serio riesgo de ser arrollado sin contemplaciones, y hasta es posible que los coches que vengan detrás, por solidaridad con el primero, te rematen a placer.

Pero de entre toda la fauna que puebla las calles y carreteras de Caracas, los motorizados son los que se llevan la palma. Yo distingo al menos tres tipos: los motorizados siniestros, los familiares y los mototaxis.
Los primeros son los más numerosos, es el parque mayoritario, y todos van iguales: a lomos de sus Suzukis de 125 (que ellos equiparan, en su imaginario particular, a las todopoderosas Harleys), van engalanados con cascos negros, lo que en España llamaríamos quitamultas, que les dan un aire como de militar alemán de la primera guerra mundial, lucen gafas oscuras de macarras y, en el mejor de los casos, chupas de cuero negra, sin ningún tipo de protección o refuerzo.

Los motorizados familiares, sin embargo, son los más entrañables. Va toda la familia subida en la moto, generalmente sin casco, el padre conduciendo, la madre atrás y el niño o niña ensartado en el medio, para que no se caiga. Si hay más de un vástago, pues más apiñaditos van. El alarde creativo y la capacidad de encajarse como piezas de un puzzle imposible no tienen límites. Una vez, en plena autopista, vimos una familia completa: padre, madre, niño y perro incluido, un simpático cocker que llevaba las orejas al viento y que nos miraba con cierta complacencia. Este grupo no suele llevar casco y si lo lleva suele ser de esos que nosotros utilizamos para montar en bici.

Y, por último, están los mototaxis. Los encuentras en cualquier sitio, gritando a voz en cuello: “Moto, moto, mototaxi”. Son los amos de la carretera. Te llevan a cualquier lado de Caracas a la velocidad del rayo, tocan el pito constantemente para que les cedan el paso, se suben por las aceras, toman calles en dirección prohibida, carriles de la autopista en sentido contrario, arcenes, etc. Al parrillero, que es el “paquete”, esto es, el cliente, le dejan un casquito bastante usado, nada higiénico, tipo general Rommel en las campañas del Áfrika Korps, pero está tan guarro que si te lo pones es probable que pierdas el pelo.

Debido al caótico tráfico de la ciudad y a los constantes embotellamientos, una normativa autorizó a las motos hace unos años a apropiarse de las carreteras y las calles de Caracas. Los carros deben cederles el paso, y pobre de ti como no lo hagas, son capaces de bajarse en manada y darte tu merecido por ser tan poco civilizado.

viernes, 2 de julio de 2010

Día del orgullo

Sirva esta foto que hice en San Francisco para reivindicar el día del orgullo gay. No es una cuestión de mera corrección política, sino de pura convicción en la libertad individual. Si en España estamos a años luz de desarrollar y favorecer una normalidad en este sentido, no os quiero contar el machismo (¿y la homofobia?) imperante en Venezuela, donde lo macho, lo varonil, la hombría consiste en pavonearse con solícitas mujeres de pechos inflamados y cualquier cosa que no sea eso está mal visto. Pues eso, a disfrutar de las fiestas de Chueca que nosotros no podemos.

jueves, 1 de julio de 2010

Los mapas de Hugo

Debo reconocerlo. Estoy enganchado a Aló, Presidente. Sí, no lo puedo evitar. Cada vez que puedo, me meto dosis y dosis de programa, como si fuera una droga, y ahí me quedo, contemplativo y extasiado al principio, exhausto y atontado después. Hay quien se engancha al Diario de Patricia o la Ruleta de la Fortuna o al canal de Playboy. Yo me desvivo por Aló, Presidente.

Todo empezó un buen día, lo probé un poquito y no me convenció, me hizo torcer el gesto, arrugar los ojos, escupir como si hubiera masticado comida pasada. Pero después le cogí el gustillo, me quedaba subyugado ante aquel torrente discursivo del presidente (que algunos, maliciosamente, llaman diarrea dialéctica), sus palabras altisonantes preñadas de Mayúsculas (la Justicia, la Revolución, la Oligarquía, Bolívar, el Capitalismo), sus anécdotas pintorescas, como si las estuviera contando en la lunchería de la esquina (su colesterol, sus hijas, su infancia en la planicie de los llanos venezolanos, su pasión por el cante y la pintura, y el beisból, y el sofból, y el basquetból, todo muy acentuado en la última sílaba).

Su poder de atracción es como el de cualquier otra droga. El que fuma o ha fumado sabe de qué le hablo. El que tiene algún vicio me comprende. Es cierto que después de media hora de programa ya no sabes de qué te está hablando, pero no importa. Su longitud y su verborrea son directamente proporcionales al atolondramiento que te produce, qué placer, Dios mío.
Después de varios meses, en los que he intentado desengancharme (he buscado consejo en los venezolanos, en los españoles, en los bartenderos o mesoneros, en el descreído monitor de mi gimnasio, pero nada), he descubierto que lo que más me gusta es la estética del programa, tan descuidada, tan cutre, tan de andar por casa. Algunos, maliciosamente, la llamarían kitsch o retro. Pero yo no.

Me deleito cuando el presidente sale con un fondo de barcos a punto de hundirse, de chabolas humildes o de centrales eléctricas a medio construir, sentado ante un pupitre de colegio, con sus folios revoloteando por las corrientes de aire, que tiene que prensar con piedras o cantos rodados para que no se le vuelen. Pero lo que más me tiene “cogido” es esa estampa entrañable del presidente cuando aparece con sus mapitas geopolíticos, igualitos a los que usábamos en el cole, señalando aquí y allá por toda la geografía venezolana con su rotulador rojo o su lápiz con goma de borrar –ah, qué recuerdos– y entonces se pone a ilustrar a la audiencia que se amontona no sólo delante del querido mandatario, sino también ante los televisores, ya que todas las cadenas están obligadas a retransmitir el maravilloso programa de Aló, Presidente.

Hablando con el más sabio de los venezolanos que conozco, el camarero que me sirve las arepas de la mañana, he llegado a la conclusión de lo que hay que hacer para salir del vicio y acabar con el mono: apagar el televisor. Pero, por más que lo intento, ahí sigue apareciendo Huguito, con sus mapas y sus rotuladores, y entonces, sin remisión, atrapado por una salmodia irrefrenable, me dejo arrastrar y caigo de nuevo en el vicio, ojeroso y abotargado, pero feliz y sin parar de reír.