martes, 13 de julio de 2010

La mancha de Maracaibo

Venezuela tiene también su propio vertido de crudo y su particular desastre ecológico. Es posible que no se le esté dando tanto bombo mediático como al de BP en Estados Unidos porque, al fin y al cabo, el derrame del lago de Maracaibo es claramente menor, pero no por ello menos importante.

Maracaibo, ese lugar que quizá es solamente conocido por la vieja canción de La Unión (“ah, si un día he de morir, que sea aquí en Maracaibo, la, la, la”), es una de las regiones más importantes de Venezuela. Situada en el occidente del país, cuenta con el lago más grande de toda Latinoamérica, según dicen las estadísticas. Allí es donde Venezuela posee una de las mayores franjas de explotación petrolífera, y es allí donde hace unas semanas se produjo una fuga de petróleo y gases tóxicos que están causando manchas negras y aceitosas que, con el paso de los días, han acabado por convertirse en una emergencia ecológica de primera magnitud.

En tan solo una semana los vecinos han extraído más de diez camiones de crudo de las riberas del lago, y las autoridades han retirado más de tres mil metros cúbicos de desechos sólidos. Sin embargo, el máximo responsable –PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela– sigue desmintiendo o minimizando la fuga de petróleo a lo largo de la zona, como suele ocurrir en estos casos. “La situación de operación en el lago es una situación crónica, no hay una fuga permanente en ningún sitio, sino que son filtraciones que se presentan cada cierto tiempo”, ha comentado un directivo de la petrolera.

De momento, aquí parece que nadie se escandaliza por el derrame. Algún que otro día se lee algo en los periódicos, pero no se puede decir que haya un seguimiento permanente. Ahora, un mes después del desastre, los pescadores de la zona están empezando a exigir que se controle la fuga de petróleo porque su pesca ha comenzado a verse seriamente afectada. Esperemos que acaben pronto con el vertido y no pase como en Estados Unidos, donde de momento parece que son incapaces de parar el flujo del chapapote.

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