miércoles, 14 de julio de 2010

Ese oscuro objeto de deseo

Si yo tuviera un amigo antropólogo le sugeriría que estudiase la importancia de la Blackberry en la sociedad caraqueña. Junto con la silicona y los geles cohesivos, es probablemente el mayor exponente de los anhelos de una nación o, al menos, un oscuro objeto de deseo digno de análisis.

Resulta que la Blackberry comenzó siendo un dispositivo enfocado a las empresas y como tal se vendía en todos los países. Su aterrizaje en Venezuela hace tan sólo un par de años fue similar al de otros sitios. Sin embargo, la pasión desaforada de los venezolanos por las nuevas tecnologías hizo despegar un dispositivo que estaba claramente orientado al segmento de los oficinistas. Pues bien, en cuestión de un año, la Blackberry ha vendido millones de terminales en Venezuela y se ha convertido en el mayor y más rentable mercado del mundo para sus fabricantes.

La llevan los adultos, los niños, los ancianos, los policías, las peluqueras, los perrocalenteros, los taxistas, los mototaxis, los presentadores de informativos, los luncheros, los malandros, el Presidente de la República… todos la llevan. Cuando sacas tu LG de poca monta, como es mi caso, te miran como a un pobre inculto tecnológico.

Un terminal aquí te puede costar entre 3.000 y 5.000 bolívares, dependiendo del modelo, lo que equivale a entre 900 y 1.500 euros (según el cambio oficial), muy por encima del salario medio: 1.300 bolos aproximadamente. ¿Cómo lo hacen? Pues muy sencillo, se endeudan hasta los tuétanos, como cualquier hijo de vecino.

Y sólo así, es posible ver que el policía va poniendo un mensaje mientras circula en su moto, que la clienta de la peluquería chatea mientras le lavan el pelo con la cabeza reclinada hacia el techo, que la dependienta de la panadería no te hace caso hasta que no acaba de colgar su última foto en facebook, que el portero ni te mira cuando pasas al edificio porque está enfrascado, con la puntita de la lengua en una esquina, descifrando un sms, o que el entrenador del gimnasio te dice que sí, que lo hagas así, mientras no para de enviar perrerías a sus admiradoras.

Definitivamente si yo tuviera un amigo antropólogo, le pediría que me explicara qué quiere decir tanta pasión hacia ese pequeño objeto de deseo llamado Blackberry.

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