Anoche por fin se celebró el certamen más esperado del año: Miss Venezuela. Hay nueva reina y se coronó, por primera vez en la historia, en la ciudad de Maracaibo. Hasta allá se fueron los organizadores de la ceremonia por ahorro de costes, ya que el Poliedro de Caracas este año quería cobrarles más de un millón de dólares.
El concurso estuvo revestido del característico glamour y de la psicodelia propios de este tipo de eventos: grandes escenarios, artistas reconocidos haciendo actuaciones, presentadores famosos (uno de ellos, Boris Izaguirre, cómo no), retransmisión en cadena nacional, anunciantes que ponen millones de bolívares sobre la mesa para emitir sus spots en los segundos más valiosos de la televisión venezolana (un poco al estilo del primer anuncio del año en España o los comerciales que se emiten durante la super bowl americana), etc, etc.
"La disciplina es lo que identifica al Miss Venezuela, es una responsabilidad muy grande estar aquí", afirmó Osmel Sousa, el presidente del certamen, quien decide para cada una de las 28 finalistas los cambios de peso, peinado, maquillaje o dentadura que se deben realizar, así como los "errores de la naturaleza" que deben ser corregidos con una operación, financiada siempre por el concurso. "Esto es un concurso de belleza, no de naturalidad", recalcó el semidios Osmel Sousa en una entrevista, haciendo hincapié en que recurrir a la cirugía estética es algo normal en este certamen.
El show duró 4 horas en las que las misses hicieron todo lo que se esperaba de ellas: desfilar, lucir palmito, exhibirse con sus mantas guajiras, mostrar el resultado de su trabajo en el gimnasio y la efectividad de su dieta pobre en grasas (también sus operaciones subvencionadas, claro), caminar sobra la alfombra roja en traje de baño y, lo más esperado, responder a las preguntas del jurado para mostrar sus altas dotes intelectivas y de expresión. Hubo para todos los gustos, pero al final, después de todo este barullo, la ganadora, la que finalmente ha arrebatado su tiara a Marisela Gibson, la que vivirá un año de locura, de viajes, de pasarelas y entrevistas, fue Miss Miranda, Vanesa Gonsalves.