Por lo visto, el dengue es transmitido por un mosquito (conocido popularmente como el patas blancas) que revolotea y se solaza en las aguas estancadas que quedan en los neumáticos viejos, en los floreros de los cementerios, en los depósitos de agua, en los bidones expuestos al sol. En esas aguas el mosquito se nutre y engorda para salir de viaje, portando sus virus fantasmales, siempre de día, a media mañana o antes del anochecer, y depositar sus huevos en los alrededores o en el interior de las casas, generalmente en barriadas, favelas o chabolas donde las medidas higiénicas son menores (o a veces, inexistentes).
De esta manera el mosquito contagia cada año a millones de seres humanos en todo el mundo. Sobre todo, en el mundo subdesarrollado, claro. Según datos de la OMS, es la segunda enfermedad más común transmitida por los mosquitos, después de la malaria, y es especialmente virulenta con los niños.
Si a todo esto se suma falta de prevención, ausencia de higiene, racionamiento de agua potable (por cortes gubernamentales) y un repunte considerable de la sequía, tenemos como resultado que en Caracas y Miranda el número de casos ha aumentado en lo que va de año, nada menos, que un 900%. En el caso de la capital, se ha pasado de 174 contagios en 2009 a 1.874 en 2010.
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