miércoles, 19 de mayo de 2010

Seguridad laboral

Las armas lo invaden todo. Son corpóreas, ubicuas. Están ahí aunque tú no las veas. Las culatas de los revólveres asoman bajo las chaquetas de los transeúntes, de las personas que aguardan la cola del autobús o viajan en los vagones del metro. Los porteros las buscan cuando entras en los bares de copa, te registran y te manosean por si escondes alguna en la pernera del pantalón. Cuando estuvimos en la isla de Margarita tomábamos el sol con los militares apostados a nuestra vera, rifle en mano, vigilando que la ley seca se cumpliese. Daba grima estar tumbado en bañador al lado de militares con trajes verde oliva y chalecos antibala.

Las elecciones se acercan y los sindicatos tienen mucha fuerza. Intentan detener y boicotear sistemáticamente las obras para sacar pasta. Pero Venezuela tiene un déficit de energía enorme y Chávez ha tomado cartas en el asunto: la central no la para nadie.

Ahí están las decenas de guardias nacionales paseando a un lado y otro de las excavaciones, entre obreros que miran con los brazos caídos. Es la forma de garantizar la seguridad en el trabajo. Es la forma en que el país se militariza. La foto recoge la situación de Termocentro, en los Valles del Tuy, y me la ha prestado un amigo nuestro, el excelente fotógrafo Alberto Rubio. Podéis ver parte de su trabajo en la siguiente web: http://www.albertorubio.net/

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