Las cosas van mal pero pueden ir peor. Esto lo decía mi profesor de economía en la universidad. Nos insistía: hay cosas horribles (la inflación), hay cosas preocupantes (la deflación) y hay cosas que te colocan al borde del abismo (la estanflación). Bueno, pues así está Venezuela. Técnicamente en estanflación, que era el peor de los escenarios que nos pintaba mi profesor.
Diferencias simplificadas:
La inflación es la subida de precios, generalmente porque hay bastante dinero en circulación y la demanda supera a la oferta, esto es, se consume más de lo que se ahorra.
La deflación es justamente lo contrario, la bajada de precios. Cosa complicada ya que eso significa que consumimos con miedo y ahorramos más de lo que gastamos. La demanda se contrae y la oferta queda sin cubrir, lo que conlleva a una bajada de precios.
La estanflación es el avance imparable de la inflación acompañado de la caída de la economía. La estanflación es como una enfermedad que devora el sistema por dentro y lo hace convulsionar. En el caso de Venezuela, la caída del PIB supera el 5% en el último trimestre y el alza de los precios ronda el 35% en los productos básicos en los últimos cuatro meses.
Este escenario es el peor de todos los posibles, ya que si no hay crecimiento, las ventas caen, las empresas no necesitan contratar nuevo personal y no hay ganancias para ajustar adecuadamente los salarios, mientras los precios siguen aumentando mes a mes.
Unos ejemplos reales. Desde que llegamos a Caracas hasta hoy, cada vez que vamos a comprar nos encontramos con cosas parecidas a éstas:
-Café: antes 5 bolívares; ahora: 6. Aumento: 20%.
-Tabaco: antes 13 bolívares, ahora 18. Aumento: 38%.
-Leche: antes 7 bolívares, ahora 8,5. Aumento: 21%.
-Menú ejecutivo (el que comemos todos los días): antes 52 bolívares, ahora 65. Aumento: 25%.
-Gimnasio: antes 440 bolívares, ahora 480. Aumento: 10%.
La fuerza que empuja este aumento de precios se debe a varios factores: la devaluación de la moneda del mes de enero ha elevado un 21% el precio de los dólares para importar alimentos y medicinas; el dólar paralelo (sí, aquí hay moneda paralela, es decir, cambias tus bolívares en el mercado negro) se ha disparado y el gobierno es incapaz de controlar su valor pese a la emisión de bonos que ha hecho en varias ocasiones, y al menos un tercio de los productos que se ingresan en Venezuela se importan a este cambio (por cierto, los periodistas tienen prohibido publicar el precio del dólar paralelo. Para los curiosos: a día de hoy 1 dólar son 8,1 bolívares fuertes en el mercado negro); a todo esto hay que sumar las nacionalizaciones y estatalizaciones indiscriminadas, que han conducido a un desastre en la gestión de las empresas (ahora en manos de los honrados trabajadores y obreros, mal gestores como es lógico por otro lado), a un abandono de los procesos de producción y a un control de los precios de productos básicos (como la leche, el queso y la carne) que ha generado mayor escasez todavía.
El Banco Central de Venezuela además ha admitido que en 15 de cada 100 establecimientos no hay productos básicos. Ahora el Gobierno se le ha ocurrido aumentar el gasto público (hay elecciones en septiembre) para tratar de oxigenar el crecimiento, pero parece que no se dan cuenta que más bolívares para los mismos productos se traduce en mayor inflación.
Lo dicho, las cosas van mal pero pueden ir peor.
viernes, 14 de mayo de 2010
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Desastroso panorama, para un país rico en petróleo que pena de pueblo que siempre es el que paga los platos y en esta ocasión siempre vacios
ResponderEliminars.v.s
buenas tardes amigos yo he venido invstigando por un trabajo de la universidad y de verdad que no puedo encontrar un ejemplo concreto de la deflacion si me pueden facilitar uno aqui esta mi msn diazxavier_@hotmail.com
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